Capítulo quince

891 108 21
                                    

"Kilig" es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.

Esta es una adaptación de dicha obra 100% autorizada por la autora.

Cuando despertó, su cabeza dolía tanto que soltó un gemido bajo en señal de queja, sus manos deslizándose por la sábana, buscando el pequeño bultito a su lado para acurrucarlo contra su cuerpo y no soltarlo nunca más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando despertó, su cabeza dolía tanto que soltó un gemido bajo en señal de queja, sus manos deslizándose por la sábana, buscando el pequeño bultito a su lado para acurrucarlo contra su cuerpo y no soltarlo nunca más.

Sin embargo, no atrapó nada.

Abrió los ojos, enderezándose bruscamente, notando entonces que no estaba en su cuarto. En la pieza matrimonial. En su casa.

Se revolvió, desesperado, y recordó lo ocurrido la noche anterior.

Un latigazo de dolor y pena recorrió su cuerpo, recordándole lo que había hecho.

Recordando el llanto de Katsuki cuando Hitoshi lo sostuvo, moviendo sus manos y pies, queriendo librarse del agarre del alfa mientras Denki sólo caminaba, alejándose, alejándose, las lágrimas cayendo por su rostro, su corazón rompiéndose con cada nuevo grito de Katsuki, pidiéndole –rogándole– que se no fuera, que no lo dejara allí, que lo quería, lo necesitaba.

Los guardaespaldas de Nemuri le habían dicho que lo llevarían a un hotel donde podría alojarse, sin embargo, los ignoró por completo y se marchó caminando, aturdido, perdido, incapaz de saber exactamente a dónde dirigirse. Tuvo el fugaz pensamiento de ir donde Hizashi, sin embargo, no iba a poder soportar estar en la casa al lado de Hitoshi. No, necesitaba alejarse lo más pronto de allí para no enloquecer por completo.

Así que sus pies se habían dirigido al pequeño departamento de Toru que conoció semanas atrás, cuando la chica lo invitó a comer algo luego de clases.

Recordaba haber llorado todo el camino hacia ese lugar, ignorando las miradas que las personas le dirigían, su mente en otro lado, incapaz de procesar correctamente lo que había ocurrido.

Como su mundo se había desmoronado en sólo un par de horas.

Hitoshi y Himiko. Oh, Hitoshi y su hermana…

¿Cómo había sido tan idiota e iluso?

No, no fue un estúpido: en el fondo, sospechaba que Hitoshi hizo algo más que besar a esa omega supuestamente desconocida de la que habló, pero fingió que no era importante. Y como decía el dicho, no hay peor ciego que el que no quiere ver, y eso terminó por empeorar todo.

Si hubiera tenido un poco de orgullo, no habría seguido con esa tonta farsa, con ese estúpido matrimonio, y le habría pedido a Hitoshi que marcara a otra omega para acabar con ese enlace. Pero fue incapaz de hacerlo, porque amaba a Hitoshi, porque creyó que podían solucionarlo, pero por sobre todo, porque Hitoshi fue durante muchos meses seguridad y amor para él.

KiligDonde viven las historias. Descúbrelo ahora