III

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Capítulo Tercero
Si alguna vez tu mundo comienza a desmoronarse...

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—Ugh...

Ya me he acostumbrado a esta escena: caos y destrucción ante mí, un charco de sangre a mis pies y un dolor leve en lo profundo de mi ser que nuevamente me recuerda que estoy viva. Me quejo y levanto el cuerpo, que parece un peso muerto, del suelo, abrazando mi abdomen con un brazo para evitar que sus contenidos se desparramen en una pila grotesca. Con una tos de sangre coagulada y espesa volteo para contemplar la suave tierra que debería haber sido mi tumba; he fracasado en otro experimento y continúo viviendo.

El Pacto ciertamente es un poderoso hechizo vinculante; he probado incontables métodos para deshacer sus efectos, pero ninguno ha resultado útil. Ante eso, he comenzado a probar mis propias teorías: destruir mi cuerpo, quemarlo, hacerlo pedazos; a pesar de todo lo que he intentado, el Pacto no ha perdido su fuerza. El dolor físico ya no me molesta; el dolor de la derrota me destroza. Sólo he terminado con huesos rotos e intestinos escupidos, y ambos problemas son fácilmente solucionables, como cuando se ponen las piezas de un rompecabezas de vuelta en su lugar.

Suspiro y continúo apoyando mis tripas mientras mi cuerpo teje una nueva capa de piel sobre ellas. Quizás estoy enfocando mal este asunto; la única forma segura de deshacer el Pacto sería romper la Piedra, pero hacerlo requeriría algo de ayuda. Xellos es, después de todo, un oponente formidable, un mazoku de la misma talla que aquellos con lo que tanto tuve que esforzarme para derrotar en el pasado.

Quizás sea la hora de reunirme con viejos amigos. Quizás ellos puedan ayudarme.

Amado Inmortal [Slayers/Los Justicieros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora