Capítulo Sexto
El futuro aguarda...------------------------------------------------------------------------
—Acércate, hija, y deja que te lea el futuro.
Observo.
«Debe estar dirigiéndose a alguien más», me digo, pero no hay nadie a mi alrededor. Aunque tengo poca fe en la fortuna, el dedo con el que me señala hace que me acerque.
—Más cerca... muy bien, querida.
Mi nariz se arruga al aproximarme a ella. La anciana apesta a acre producto de las hierbas y medicinas; el olor es repugnante. Intento alejarme, pero ella me toma de la muñeca. Su mano es vieja y está llena de arrugas; el tipo de mano que yo nunca tendré.
—Ahora quédate quieta mientras llamo a los espíritus del más allá —dice ella mientras cierra los ojos y comienza a recitar a un cántico. Las palabras no suenan muy diferentes a las del idioma de los elfos, pero se aleja de mi comprensión.
Observo mientras las llamas de las velas comienzan a parpadear, una tras otra hasta que la última se ha apagado. Ciertamente hay una alteración en el aire y empiezo a preguntarme si en verdad se trata de algo que va más allá de lo que puedo percibir en la habitación. Un aire frío, como el de los muertos, sopla en mi nuca. Puedo sentir sus manos alrededor de ella, jalando, como si quisieran llevarme al lugar al que pertenezco por derecho.
Pero entonces la magia se detiene. El aire se asienta y la bruja cae de su silla con un grito áspero que se escapa de su boca. Me señala con un dedo y acusa:
—¡Tú! ¡Tú no perteneces aquí!
Mis labios se aprietan formando una línea recta. Toda vida que haya habido en mis ojos se desvanece y la observo sin pensar mientras ella continúa bloqueándome la visión con un dedo categórico. Entonces, la mujer dice entre dientes:
—Veo una maldición oscura grabada en tu alma. Se arrastra como una serpiente junto a tu cuerpo, amenazando a todos los que se acercan. Cuando toqué su cola, arremetió como un demonio, hambriento de almas vivas que devorar, deseando estar con nosotros.
El dedo comienza a molestarme y lo hago a un lado de un manotazo.
—Ahora mírame...
Ella se aterra.
—¡He sido contaminada con la maldición oscura! —grita, levantando sus temblorosas manos en el aire mientras cojea hacia su armario para buscar una cura.
«...¿una cura?»
La observo en silencio mientras lleva una botella a sus labios y la bebe como si estuviera sedienta. El líquido negro babea hasta su cuello, dejando marcas brillantes al ser absorbido por su piel. Cuando acaba, la mujer usa el revés de su mano para limpiarse la boca con crudeza y se voltea hacia mí.
—¿Puedo ver eso? —pregunto, alargando un brazo hacia la botella.
—¡No! —grita ella, alejándola de mis manos.
Su reacción me molesta.
—No estaba pidiendo tu opinión. Pregunté sólo por cortesía —amenazo, mirándola hacia abajo con frialdad.
Me devuelve la mirada con sus propios ojos de hielo.
—Y yo no le temo a un espíritu maldito —responde.
—Tch —escupo. De haber sido más joven, y de haber sido hombre, no hubiera dudo un segundo en machacarla a golpes. Las mujeres viejas y marchitas, por otra parte, merecen algo de decencia.
«Pero no me iré con las manos vacías».
Vuelvo a intentar tomar la botella y, como era de esperarse, ella se aleja de mí con rapidez. Con su espalda hacia mí, discretamente tomo una de sus botellas y me la guardo en el bolsillo. Si tengo suerte, la medicina podría ser suficiente como para curarme; si tengo más suerte aun, la medicina podría ser suficiente como para matarme.
—¡Desaparece, espíritu maligno, antes de que te exorcice yo misma! —grita, echándome con un gesto de mano mientras busca los instrumentos para un exorcismo. Hago lo que ella quiere, sin saber realmente si quiero estar ahí cuando ella encuentre lo que busca.
Cuando estoy a una distancia considerable en el camino, siento que un par de ojos me miran a la espalda. Me volteo con cuidado para cerciorarme de quién son los ojos que me observan, esperando encontrarlo a él. Pero en lugar de la bruja, y en lugar de él, me encuentro con la sedosa silueta con una dama de cabello largo y ondulado en el umbral de la puerta. Tiene lo que parece ser humo en la mano, pero sólo alcanzo a verlo un momento antes de que la mujer se desvanezca.
«¿Quién habrá sido?», me pregunto.
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Amado Inmortal [Slayers/Los Justicieros]
Fanfiction"La inmortalidad no es un regalo; es una maldición", suspiró ella en su último aliento, pero no hice caso. Si va a odiarme por esto, que así sea, siempre que ese odio me pertenezca. Historia ambientada en el universo de Slayers («Los Justicieros» e...