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actualidad.

La aburrida rutina me comía la cabeza, cada día más, pero me repetía que todo era por Nueva York, todo lo hacía para juntar dinero para mi primer alquiler y poder irme de aquí. Ayudar a Helena en la panadería, me encanta, yo adoraba a Helena desde que era pequeña y siempre soñé con hornear, pero de un momento a otro la rutina me comenzó a pesar y deseaba estar en Nueva York, comenzando mi nueva vida, mi vida adulta.

— Cariño, ya es tarde, yo cierro hoy. — desanude mi mandil y amé a la dulce anciana parada detrás del mostrador.
— Te lo agradezco, nos vemos mañana, cuídate. — tomé mi bolso y emprendí mi viaje a casa.

La panadería quedaba a dos cuadras de mi vecindario y muy cercana a la casa de los Styles. Me debatí en visitar a Anne, después de todo, ella siempre había estado para mi y llevaba meses que no sabía nada de ella.
El timbre resonó por toda la casa y una sonriente Anne abrió la puerta.

— ¡Emma, que gusto cariño! — un gran abrazo me recibió y yo gustosa lo acepté.
— Llevaba un buen rato sin visitarte. — comenté y pasamos a la sala.
— ¿Cómo has estado? Lucy ha venido toda la semana a visitarme, hemos tomado un té por la tarde. — mi madre no me había comentado nada sobre ello.
— Agotada, los preparativos de mi cambio, me tienen con los nervios de punta. ¿Cómo has estado tú? ¿Cómo ha estado Harry? — dos años que no sabía nada concreto de Harry, solo lo llamaba para navidad o festividades.
— ¿Harry? Yo aseguraba que habías hablado ayer con él. Él estaba muy ilusionado esperando tu llamada, no es fácil pasar tu cumpleaños lejos de casa. — mierda soy oficialmente la peor persona que piso la faz de la tierra, olvide su cumpleaños, lo olvide por completo.
— M-Me tengo que ir, mamá me espera y ya es bastante tarde. Me alegro mucho verte, espero poder hacerlo más. — seguido de eso, besé su mejilla y salí de su casa.

Maldije internamente por ser tan despistada, era la peor de las personas, Harry ilusionado por que lo llamara y yo horneando galletitas de San Valentín. Tomé mi teléfono y busqué entre todos los contactos hasta encontrarlo Hazza; el apodo que tiene desde que somos pequeños. Sonreí ante el recuerdo y me cuestioné en hacerlo, en llamarlo. Después de debatirme por diez minutos enfrente de mi casa, bloqueé el teléfono y entre a casa. Realmente esperaba que él hubiera preguntado por mi, que estuviera pensando en mi, justo en este momento, como yo lo hacía con él.

venice; hes | slow updatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora