Advertencias: Palabras malsonantes, montaña rusa de emociones, fluff.
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I.
La luz invernal que cruzaba el ventanal desde su sala daba preciosamente sobre la piel lechosa de su omega. Bajo la camisa que le queda dos veces más grande al ser suya, se ocultaba el rastro de besos y mordidas que dejó el celo y sentimientos reprimidos durante los últimos diez años.
Haru descansaba cómodamente en su sillón acurrucado contra una manta mucho más suave que la que rompió y que pese a no admitir había tomado cariño. Lo sentía a través del lazo. Parecía tan ido en el placer de un buen celo en compañía que poca importancia le daba al detalle de que el televisor que parecía mirar llevaba apagado hacía un buen rato. Estaba más que ido, estaba en paz consigo mismo y sus demonios.
Le gustaba esa sensación, sentir que pese a su propio egoísmo Haruka lucía extremadamente feliz y pleno. Llevaba varias horas armando su nido, rebuscando en su closet y gavetas lo que fuera necesario para dar cabida a sus próximos hijos. Almohadas, cojines, telas suaves y cómodas al tacto. Habría sido un nidito precioso, pensaba con un deje de amargura, intentando borrar sus sentimientos encontrados. Había cosas en la naturaleza que inevitablemente resultarían dolorosas y una de ellas era saber que pese a un celo extremadamente completo y la aceptación de su pareja jamás podrían llenar ese vacío. Incluso cuando sólo era el instinto haciendo uso de su cuerpo, el verle acurrucarse contra las mantas dándoles largas miradas cargadas de ternura llenaban su corazón de congoja.
Con pasos lentos, se obligó a tragarse la pena y continuar con la inexorable sensación de plenitud que Haruka enviaba a través del lazo. Arrodillado frente a él le sonrió y acarició sus pies descalzos. Pese a la nube de placer y sopor en el ambiente, al ser el alfa sentía el peso de las consecuencias sobre sus hombros, las implicancias de sus actos estaban a la vuelta de la esquina, esperando por él para sacarle de su nidito de amor. Negándose a tener que volver a la realidad tan rápida disfrutó del intimo contacto que gozaban sus dedos. Piel suave, tersa, un par de grados más baja que la suya, pero extremadamente agradable. Ese omega era suyo, como un canario puesto en una jaula de oro, le había arrebatado la libertad y ahora la culpa le carcomía tanto como el propio orgullo de su raza.
No esperaba sentirse así de dividido (como siempre se había sentido desde que le mordió por primera vez). Deber y amor, esas palabras habían definido su vida, en una rectitud tan abismal que de tan sólo alejarse de la tangente resultaba imposible. Impropio, hasta para sí mismo. Se había jurado nunca lastimarle, incluso si tenía que arrancárselo de la cabeza y olvidarse de su niñez y cualquier vínculo que tuvieran. Había luchado con tantas fuerzas contra su instinto y, aun así, había fallado. Había tomado a Haruka con cada parte de su ser, entregándose por entero y más, enseñando cada una de sus heridas y todo lo feo que deseaba ocultar de él. Le había amado con locura, inclusive cuando la razón del omega aún se hallara perdida en el calor y el sexo compartido, Haru le había aceptado, correspondiendo a cada una de sus emociones. Y eso, era algo que jamás podría borrar de su alma, ya no había vuelta atrás. Ya no podía seguir sintiendo miedo.
El pitido de la lavadora le devolvió a la realidad, separándose lenta y dulcemente de su omega, le dejó tal cual le había encontrado; adormilado contra su nido. Con renovada energía se dedicó a colgar la ropa, el departamento estaba lo suficientemente limpio como para ver su rostro en el reflejo del piso por lo que la intensa necesidad de mantener su territorio limpio y seguro para su omega anidando, iba cediendo a una leve sensación de control.
Aún quedaba el tema de alimentarlo, después de tres días de intensa actividad sus reservas estaban más que acabadas y de no ser porque Haru realmente le necesitaba a su lado habría salido por provisiones mucho antes. Por la tarde, habían acabado con lo poco que le quedaba para una comida más o menos decente asique no había de otra, tenía que salir.
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No eres mi alfa
RomanceHaruka es un nadador profesional participando en las clasificatorias de los que serían sus primeros juegos olímpicos pero su naturaleza omega y aquel que fue alguna vez su alfa ponen en duda sus verdaderos sentimientos, amenazado con destruir aquell...