6. Visita inesperada

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Tony abrió los ojos sin poder distinguir nada a su alrededor, pensaba que había dormido por días. Y por el dolor en su cuerpo sintió que había corrido un gran maratón, por lo que estaba muy confundido.

—Jarvis… ¿Cuánto tiempo he dormido? —Preguntó con voz ronca y adormilada.

—Quince horas, señor —habló su inteligencia artificial.

Tony abrió los ojos de golpe por la sorpresa, no recordaba haber dormido tanto tiempo en su vida.

—Y estoy en…

—La habitación del señor Rogers.

Tony rodó en la cama quejándose por un dolor que se asentaba en sus caderas.

— ¿Y en este tiempo ha venido el capitán?

—No —informó Jarvis desplegando unos hologramas frente a él donde se podía ver el torso sudoroso de Steve corriendo alrededor del edificio—, el señor Rogers estuvo entrenando con los nuevos reclutas y por la tarde se ocupó de revisar las instalaciones del gimnasio.

— ¿Acaso ese hombre no se cansa? —Se quejó estirándose y jadeando al sentir sus músculos adoloridos.

—En realidad llegó a un punto de agotamiento al anochecer, está esperando que salga de la habitación para poder asearse y dormir.

—Era un pregunta retórica, Jarvis —masculló arrastrándose sobre el colchón hasta lograr sentarse en la cama.

—Lo sé, señor —se burló su inteligencia artificial—, pero no está de más informarle que esta noche el señor Rogers no podrá cumplir con sus demandas.

—Qué gracioso —siguió farfullando mientras intentaba colocarse su ropa que estaba regada en el piso—, de todos modos no creo aguantar una noche como la anterior.

—Según mis cálculos —habló Jarvis mostrando más imágenes en la mesita de noche donde se visualizaba un cuerpo masculino con algunas áreas en rojo—, si disminuyen un poco el ritmo, las articulaciones que en este momento le molestan, no serán afectadas. Les convendría inclusive ponerse románticos.

—Basta, Jarvis —reprendió caminando despacio hacia la puerta—, no eres cupido, no intentes emparejarnos.

—Pero señor —contradijo la voz y cuando intentó abrir la puerta para salir, no pudo hacerlo—, lleva tantos años en completa soledad y el capitán…

—Es un vegete que atrajo mi atención —interrumpió mirando la mesita de noche donde todavía brillaba la imagen desplegada—, solo es un tipo caliente y terriblemente apuesto que…

—Acelera su respiración con solo mirarlo.

—Jarvis —insistió cambiando su tono de voz, como si estuviera reprendiendo a un niño pequeño que estaba exasperándolo—. Obtuve lo que quise de él, cumpliré con la promesa que le hice a Fury y me largaré de nuevo a la torre. Ahora abre la puerta y deja de insistir con tonterías sentimentales.

—De acuerdo, señor —habló su inteligencia artificial dándole libre paso.

Caminó a paso lento para que no fuera tan evidente que todo su cuerpo gritaba por algo de alivio y se dirigió directamente a la cocina sintiendo un hambre descomunal, se sentía capaz de comerse una vaca completa si eso fuera posible. Al llegar a la cocina se detuvo al ver que en la gran barra había un par de agentes junto a Bruce, Nat y un muy serio Steve Rogers.

—Buenas noches —saludó con alegría irguiéndose para sonreír con ese gesto deslumbrante que atraía la atención de la gente.

Todos saludaron, menos Steve quien lo recorría de pies a cabeza de manera analítica. Siguió caminando hacia el refrigerador de dónde sacó unos emparedados y un poco de jugo de naranja.

La seducción de Stark (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora