13. El Dios del trueno

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Estaba punto de anochecer cuando los altavoces de Shield se encendieron pidiendo que todo el personal se reuniera en el campo abierto que estaba detrás del edificio. En poco tiempo todos los reclutas estaban formados en el gran espacio. Tony sobrevoló el lugar y al localizar a sus amigos y Fury, descendió para tomar su lugar en medio de Bruce y el Capitán América.

—Creí que no vendrías —habló Steve en voz baja mientras Fury se mantenía frente a ellos para dar instrucciones.

—Bueno, fue una orden general —respondió dándole una media sonrisa.

Steve observó sus labios y él se estaba muriendo por besarlo frente a todos, pero una espinia incómoda lo obligó a mantener distancia, no podía quitarse de la mente la evasiva que daba Steve para aclarar qué era lo que estaban haciendo. Prefirió enfocarse en retraer los nanobots de su armadura, en esa ocasión había decidido llevar algo ligero pues se suponía que recibirían a un amigo y no debería haber mayor problema.

Cuando solo su sencillo traje deportivo estuvo a la vista, un golpe en su espalda lo hizo perder el equilibrio y creyó que caería, pero Steve lo sostuvo de inmediato en sus poderosos brazos.

—Lo siento —se disculpó Bruce con voz sorprendida ayudándole a enderezarse de nuevo—, fue culpa de Nat, ella me empujó.

Tony le dedicó una mirada indignada a Nat quien solo sonrió con suficiencia.

—No tenemos 10 años, Nat —reprendió sin llegar a soltarse del todo del capitán.

— ¿Estás bien? —Preguntó ese hombre en voz baja.

—Sí, solo fue un tonto jugueteo —respondió dejando caer los brazos para romper contacto—. Como lo que hacemos... supongo —siguió hablando, aunque en voz más baja y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Tony... —reclamó Steve con fastidio.

—Olvídalo —masculló mirando a Fury quien junto a algunos soldados estaban organizando los pequeños grupos de gente formando un gran círculo—, ya sé que no quieres hablar de esto.

—Tony yo... —escuchó al capitán hacer una pausa tan larga que casi podía escuchar la marcha forzada del cerebro de ese sujeto— tenemos que hablar.

—Bien —fingió una media sonrisa al mirarlo de nuevo—, te escucho.

Steve lo observó fijamente, aunque se veía a leguas que estaba sumergido en sus propios pensamientos.

— ¡Atención! —Escuchó un grito de Fury— ¡Firmes!

—Exagerado —masculló dirigiéndole una divertida a sus amigos que habían adoptado una posición recta como todos los soldados de Shield—, ni que estuviéramos recibiendo al presidente.

—Es un Dios... Tony —susurró Bruce en tono recriminatorio.

Tony volvió a mirar a Steve quien mantenía la atención fija hacia el comandante, por lo que solo se cruzó de brazos molesto porque ya no le quedaba mucha paciencia con ese hombre.

Una luz cegadora iluminó el campo de repente, activó sus lentes para poder mirar al visitante quien descendió del cielo ondeando su martillo, por la sombra que podía vislumbrar se dio cuenta de que era un hombre grande y atlético, aunque no tanto como Steve. El dichoso Dios del Trueno tocó el piso y de inmediato la luz se disipó. Después de una corta pausa, vio a Fury acercarse al sujeto saludándolo con ese tono solemne tan característico del comandante. Al ver al visitante extender la mano para aceptar el saludo retuvo el aliento por la gran impresión que le causó al apreciar en su totalidad su físico. El susodicho Thor era un hombre increíblemente apuesto: rubio, fornido, muy alto y con una sonrisa deslumbrante; exactamente como le gustaban los hombres.

La seducción de Stark (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora