James Potter y Lily Evans One-Shot.

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El día que ella dijo que sí.

Sábado 5  de Noviembre  de 1977.

James Potter se levantó de la cama decidido. Luego de intentarlo por años, finalmente lograría que Lily Evans salga con él.

Estaba completamente enamorado de aquella chica de cabello pelirrojo. Sus ojos eran los más hermosos que él había visto en su vida, su sonrisa lo volvía loco, la forma en la que se enojaba con él lo excitaba, su cuerpo parecía tallado por los ángeles, su inteligencia la hacía perfecta. Ella era perfecta. Cada rasgo, cada parte de ella era perfecto. 

Sus mejores amigos seguían durmiendo, así que aprovechó aquella oportunidad para intentar peinar su cabello, acomodarse los anteojos y vestirse con su traje de gala. Tomó el mapa del mereodador, su varita, su capa de invisibilidad y salió de su habitación. Todo parecía estar vacío, parecía que ningún estudiante estaba despierto. De lo único que estaba seguro era que Lily Evans se encontraba en el Gran Comedor, desayunando sola, ya que el mapa lo indicaba. Guardó todas sus cosas en sus bolsillos (los cuales tenían un encantamiento agrandador) y entró al Gran Comedor. 

Allí estaba. El amor de su vida se encontraba desayunando y leyendo a la vez. 

Suspiró profundamente y se acercó, para luego sentarse frente a ella. Carraspeó. 

—Mm, ¿Lily? -llamó él. Ella hizo como si lo ignoraba-. Quiero hablar contigo. -ella seguía sin prestarle atención alguna-. ¿Por favor? Sólo llevará unos segundos. -silencio-. Vamos, Evans, préstame atención unos segundos.

La chica suspiró, cerró el libro y lo miró a los ojos de un modo desafiante. 

—Te concederé cinco minutos, Potter. -dijo la pelirroja-. Sólo porque la trama se estaba volviendo aburrida. 

—Me gustas, Lily. -dijo James, sin miramientos. Lily rodó los ojos. Estaba por tomar el libro, de nuevo, pero él la paró-. ¡No! Por favor, escucha lo que tengo para decirte. Si luego de escucharme me dices que no sientes lo mismo, me iré y te dejaré de molestar. 

— ¿Lo prometes? -preguntó ella, curiosa.

—Lo prometo, Evans. -dijo él-. Promesa de merodeador. 

—Adelante. 

—Me gustas, Lily, demasiado. -empezó a decir, otra vez-. Me encanta todo de ti: tu forma de ser, tu sonrisa, tus ojos, tu inteligencia, tu rostro, tus labios, tus cuerpo, la forma en la frunces el ceño cuando te molesto, la forma en la que me dices que me odias cuando ambos sabemos que no es así, la forma en la que sonríes con satisfacción cuando ganas puntos para Gryffindor, la forma en la que proteges a los que amas, como te muerdes los labios cuando estás nerviosa, como gritas cuando ganamos los partidos de Quidditch, todo. Absolutamente todo de ti. Estoy tan enamorado de ti que no puedo evitar observarte y comportarme como un idiota cuando estoy a tu alrededor. Quiero llamar tu atención todo el tiempo, quiero que todo el colegio sepa que estoy perdidamente enamorado de ti. Lily Evans, me vuelves loco. Tan loco que Sirius y Remus ya me callan con un hechizo cuando abro la boca y quiero hablar sobre ti. Eres una persona brillante y hermosa. Quiero estar contigo, quiero formar una familia, luchar a tu lado en los peores momentos, hacerte reír y ver aquella hermosa sonrisa que tienes y que tus ojos se iluminen. Quiero casarme contigo y que vivamos juntos para siempre. Y... sé que es algo loco de decir, sin siquiera haber tenido la oportunidad de besarte, pero eres todo para mi, Lily. Estoy completamente enamorado de ti y sé que muy en el fondo tu te sientes igual. Sé que lo haces.

— ¿Cómo estás tan seguro? -preguntó Lily, mirando a James a los ojos. Ninguno había despegado la mirada del otro desde que James había comenzado a hablar. Lily tenía los ojos brillosos.

—Porque has escuchado cada palabra que dije, has sonreído y en este momento estás sonrojada. -dijo él-. Además, no has soltado mi mano desde que la tomé cuando te dije que amaba todo de ti. -La chica se quedó boquiabierta. James sonrió-. Entonces... ¿me dirás si sientes lo mismo que yo?

—Ya sabes la respuesta, James. -contestó ella, lo que hizo que él sonría. Nunca lo llamaba por su nombre.

—Quiero oírte decirlo. -dijo él, rozando su mano en la mejilla izquierda de la chica. 

Pero ella no emitió ninguna palabra. Simplemente unió los labios de ambos en un beso. Se besaron durante unos segundos, hasta que ella se separó para añadir:

—También estoy enamorada de ti, James Potter. 

James volvió a besarla, pero esta vez con muchas más ganas. Aquel beso decía todo; cuanto se amaban, cuanto se deseaban. Ambos sabían que aquello era sólo el comienzo de una hermosa historia de amor.

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Después de años sin publicar nada aquí, ¡he vuelto!

¿Qué les ha parecido este one-shot?

¡Estoy abierta a recomendaciones!

Nos leemos,

Juli.

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