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Estaban muy desoladas los pasillos, y por esa razón, ella iba salpicando con toda su felicidad. Se dirigía a la directoria, no porque haya hecho algo malo, aún no. Su profesor de matemáticas la había enviado a buscar las calculadoras, así que sin rechistar aceptó. Además de que era una muy buena excusa para tomar un poco de aire fresco y salir de ese ambiente tan cerrado.

Tocó tres veces la puerta y cuando le dieron la indicación, abrió la puerta.

— Buenos días, director... — se reverenció, pero el nombrado no le contestó. — ¿Huh? — susurró para ella misma.

— Señor Lee, no es la primer vez que ocurre esto en mi institución. — la voz autoritaria del director resonó con elocuencia y podría decir que con una ápice de decepción y enojo en sus palabras. Al reincorporarse, frente al señor no estaba ni mas ni menos que el líder de los dragones.

Tragó nerviosa saliva al ver como su mirada venenosa la escaneaba por el rabillo de su ojo, disgustado por la presencia de ella ante su sermón. Observó un tatuaje llamativo de un gran dragón rojo descendiendo por su antebrazo derecho. Su suave y blanquecina piel se estremeció cuando la mirada del líder ya no estaba sobre ella.

¿Por qué sentía que debía tener los sentidos en alerta frente a este sujeto? Apenas le conocía, pero sentía que con el mero hecho de mirarlo era peligroso para ella.

— Pero no soy sólo yo en involucrado, Park Jimin también estuvo en la escena. — se excusó tratando de sonar convincente ante la autoridad.

— Park Jimin es completamente inocente. — contradijo, negando convencido.

— ¿Y usted como comprueba eso? — sonrió ladino mientras alzaba su ceja triunfador, acercándose a su autoridad de brazos cruzados. La chica se sorprendió al ver las actitudes inapropiadas que usaba con su mayor.

— Porque conozco lo suficientemente al señor Park como para saber que él no hizo nada. Todo aquello fue provocado por usted para sacarlo de quicio, y eso le permitiría cargarle la culpa a él. — contestó el director borrándole la sonrisa al idiota. — ¿O no es así? — esta vez el que sonrió triunfante fue el viejo, acercándose a su contrincante, dejando al joven con una mirada y una mueca de asco y disgusto.

El mocoso se recostó desganado sobre la silla y rodeó los ojos. — Señor Lee, quiero que sea la última vez que comienza con sus peleas de clanes en mi instituto. Si quiere pelear, hágalo fuera de mi institución, o de otra forma, será expulsado.

La puerta detrás de la chica se entreabrió levemente, dejando a la vista a su secretaria, y esta dijo: — Señor director, lo busca una madre de un estudiante. — habló asomándose por el umbral de la puerta.

El nombrado asintió con una leve sonrisa de costado, y dirigió su mirada al muchacho, pero ahora con una mirada seria y dura. — Puede irse señor Lee. — dijo en tono oficinesco. Se paró acomodándose el traje bien lujoso, y salió por la puerta dirigiéndole una pequeña sonrisa a la chica.

Miró al chico que se estaba preparando para irse, y con un suspiro fuerte, sonó su cuello, hasta qué se percató nuevamente de su presencia. Su mirada la escaneo de arriba a abajo con un ápice de disgusto e ironía. — ¿Y tú que miras, niña? — escupió con disgusto notable. Eso en cierto modo logró hacerla enfadar un poco, apretó un poco sus puños molesta, pero prefirió ignorarlo y no tener problemas con este tipo.

¿Quién se creía éste para mirarme de ese modo? Aish, es un irrespetuoso, algún día aprenderá, pensó.

Decidió por pedirle las calculadoras a la secretaria e irse de aquel lugar antes de que su maestro comience a buscarla pensando en que quizás se haya escapado de la institución.

Byakko 𒊹ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora