Ésta vez, caminaba dando extensas zancadas sobre el delicado camino de madera, decidida a ingresar a aquel sublime templo. Esta vez no me escondería de él, ¿por qué escondería mi necesidad de saber que rayos ocurrió dentro de ese instituto? ¡Esta vez no me dejaré sobrepasar por ese prototipo de conejo malvado!
Necesitaba hablar con él. Aquello, además de ser el tema de conversación de todos allí, fue toda escena en donde ambos atosigaban con su verborrea sinuosa y poco compresible a los concurrentes. Pero la razón por la que mi dubitación extraña prevalecía en mis entrañas fue por la mirada sumamente pretenciosa por carecer de cualquier halo de pusilánime en ella, que pude avistar una vez que el director de llevo a Jungkook a su despacho.
Quizás ella duro unos ínfimos segundos, pero en esos ocelos que me enfocaban directamente vi el fuego de una alma taimada, cuya flama se expandía vertiginosa en ellos con peligrosidad, consumiendo cualquier vestigio de sosiego y desazón que habitaba en su oscuridad intangible, volviéndose completamente inmarcesible.
Para mi mala fortuna, aquella sutil mirada afilada provoco una sensación de alerta en todos mis sentidos. Una sensación exorbitante de electricidad recorrió cada una de mis ramificaciones nerviosas. Algo me estaba queriendo trasmitir con esa mirada, y por más que ahora mismo desconozca su significado, prontamente lo descubriré. Porque sentía que, de alguna manera, tenía que ser precavida.
Alce mi cabeza con aire taxativo sintiendo como la brisa tibia meneaba mis cabellos azabaches largos, y con la mirada colmada de dominancia, me dirigí de forma espontánea hacia donde se oían esas voces masculinas hablando con sumisión.
¡Quiero saber que fue todo ese montaje de hoy, y lo voy a descubr...!
¡Oh! ¡Un colibrí! ¡Mira que bella avecilla! ¡Ah, necesito una foto de él! ¡Es muy colorido, es muy bonito! ¿Sabían que es el animal vertebrado más pequeños del todo? ¿Sabían que su corazón puede latir alrededor de mil doscientas veces por minuto? ¡Interesante! Agradecía que la existencia del internet y la mía eran demasiado cercanas. Ahora mismo llegue a la conclusión de que quiero uno como mascota, pues estoy segura de que a mi hermanita le gustaría tener un picaflor tan colorido como lo es este.
— ¿Otra vez aquí?
Todo ocurrió en pequeños segundos, experimenté ese efecto de como todo a mi alrededor se ralentizó y paso a segundo plano. Sentí como mi pecho sufrió una fuerte contracción al tomar una exagerada bocanada de aires que vació mis pulmones por completo. Dando un salto hacia donde procedía aquella voz, mis reflejos actuaron por sí solos; una de mis manos se tensó, uniendo los dedos con fuerza como una amenazante navaja lista para cometer atrocidades, y arremetió directamente hacia el cuello de la persona que se encontraba en frente mío. Pero curiosamente, la velocidad de las manos del contrario fue sorprendente. Automáticamente lograron capturar mi mano en pleno movimiento.
Visualicé al muchacho actualmente sostenía mi mano con la suya. ¡Jungkook! Mejor conejito, si, ¿verdad que se parecía a uno?
Clavo su vista en mis ojos alarmados, y me reprendió con un halo de sarcasmo y fastidio.
— Espero que esto no se haga una costumbre. — formuló entre dientes. Aprehendía mi mano con la fuerza necesaria que usó para evitar que el golpe llegue a su cuello, pero no lo suficiente para lograr herirme. Su mirada me penetró con profundidad; sus ojos eran oscuros, vacíos de modestia, pero había algo raro en ellos esta vez. De alguna forma, parecía que se habían tornado enojados y ¿preocupados?
Está bien, comprendí exactamente que esté enfadado por haber embestido en su precioso templo, en ese caso, ¡no hice nada malo! ¿Por qué tenía que ser tan cruel conmigo? Por otro lado, no entendí muy bien el hecho de que se notaba algo neurótico; lo expresaba mediante miradas rápidas, echando un ojo al terreno, como si estuviese al tanto de que algo podría llegar a ocurrir.
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Byakko 𒊹ᴊᴊᴋ
FanfictionPrincipalmente, tengo que comentar que la historia de estos chicos es muy cliché. Sin embargo, puede resultar interesante en distintos aspectos. Es decir, ¿puede resultar normal que una joven tan dulce como un algodón de azúcar, tan blandito, es...