¡Ayuda! ¡No me quiero enamorar!

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Ignorando frescamente los comentarios indiscretos de los demás clientes en el café, Len observa parsimonioso su teléfono, picando el corazón en Instagram a distintas fotos de sus compañeros y amigos, y uno que otro artista; esperando pacientemente a su reciente novia. A sus espaldas, a sus lados e incluso a sus narices, las personas más jóvenes parloteando sobre su presencia y "Lo muy perfecto que se puede ver" -Según lo que ha escuchado- se repiten, no le molestaba realmente, aunque sería menos molesto si sus audífonos no hubieran sido raptados por su pareja. Hablando de dicha mujer, Rin Kagamine era seguramente la culpable de todas las boberías que podía aguantar y hacer, como él decía, por amor; desde que conoció a esa chica parecía estar drogado veinticuatro de siete, sin dramatizar, pues nadie en su sano juicio pudiera tolerar las mil y un locuras que esa chica pretende hacer por inercia. Pero bueno, así él la ama.

La ama tanto que soporta sus retrasos a sus citas, continuamente.

   ───¡Hey, Len! He llegado— Sin pena ni gloria, Rin alardea su llegada desde la entrada del recinto, con su habitual sonrisa indestructible y brillando cual estrella en el cielo; siendo observada con envidia por muchas de las jóvenes damas que momentos atrás se comían con la mirada al rubio, sin siquiera ella darse cuenta.

   ───Y ahora aquí van tus diez minutos de excusas falsas sobre el porqué de tu retraso— Desde hace un buen rato disfrutaba de un té sabor menta, sorbiendo con gracia y porte cada corto trago, que más que hacerlo lucir como un presumido parecía enloquecer a los presentes, menos a la única que quería impresionar. Rin sin esfuerzo le arrebató su bebida y le dio un fugaz beso que hizo callar la sed de sangre de los espectadores.

   ───¡¿El Príncipe de oro tiene novia?!— Se escucharon a su alrededor, junto con algunos suspiros de decepción y lloriqueos de corazones rotos. Así es, la pareja de Kagamines eran conocidos en toda la universidad; uno como el hombre más perfecto de la existencia (Tal vez por su atractivo o por sus inhumanas calificaciones, nadie lo sabe) y la otra como la loca del estudio y la ficción (Ya sea por sus gustos culposos o su afición por la contradicción, repito, nadie lo sabe). De una u otra forma, siendo populares a su manera.

   ───¡¿Eh?! ¡Mis asuntos no son de reconocer como excusas baratas!— Justificó, llamando a la camarera para pedir un chocolate extra cremoso junto con una ración de galletas con relleno de coco. ──Estaba ocupada repasando mis apuntes sobre las clases extra que tomo.

   ───¿Desde cuándo leer sobre personajes homosexuales de ficción es considerado inglés avanzado?— Se decidió responder, dando en el clavo al ver el rostro desencajado de su acompañante, soltando sin previo aviso risotadas que lo hacen pasar por loco. ──Vale, no tienes que mentirme, conozco tus gustos— Sonrió de oreja a oreja, destacando su brillante dentadura y dejando ciego a cualquiera.

   ───Desu-Wawa no hubiera dicho eso... Él me habría seguido el hilo— Susurró bajito, pero siendo escuchada claramente por Len. Y tan lindo ambiente que el mencionado siempre se empeña en formar era roto por el insistente afán de Rin por compararlo con uno de su mil amantes, como ella les llamaba.

   ───¿Desu qué? ¿Y ahora de quién te has enamorado?

   ───¡Qué Bueno Qué Preguntas! Ayer Rana me recomendó un escrito cien por cien original que trata sobre un príncipe de la era medieval encontrándose con una criatura mágica y otros seres que los humanos jamás habían visto, es del tipo yaoi pero te juro que...— Y blah blah blah, había olvidado por completo la regla número diez del manual de "Cómo ser el novio de Rin": No preguntar sobre lo sus crushes o terminarás escuchando por media hora todos los detalles de dicho personaje e historia. Gracias a su buena fortuna que la camarera regresó con el pedido de Rin, así cortando la charla y evitando una bofetada mental. ──Uno de estos días deberíamos quedar en mi casa y leer fanfictions hasta desfallecer.

JoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora