Proyecto abandonado.

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   La sonrisa altanera de la profesora era escalofriante y frívola, algo que si se te aparecía a mitad de la noche te hace mojar tus calzoncillos; y las personas más cercanas a ella saben lo sádico que eso llega a ser. Acabando de escuchar el plan estratégico de su mejor amiga, no sabía si apoyarla o llamar a la policía. "¿Eso es lícito?" se preguntaba, pero recordando su vida al lado de ella todo apuntaba a que ese pequeño detalle no le importaba. Preocupada por el resultado sus insólitos actos se atreve a preguntar si a pensado en las consecuencias u otras opciones.

   ───¿Acaso eso importa?—. Efectivamente, esa mujer está loca. ──¡Debes vivir el momento!

   ───¿Cómo puedo disfrutarlo si sé que estoy rompiendo las leyes?—. Su acompañante deforma sus rasgos en una mueca, que claramente reflejaba sus pensamientos: "Eres aburrida"; lo que la saca más de quicio. Se remueve incómoda, espetando disconformidad en cada movimiento de sus manos simulando "ahorcarle". ──Hablo en serio, puedes meterte en grandes problemas.

   ───"Piidis mitirti in grindis priblimis" ¡Una mierda!—. Se carcajea en su cara enrojecida de furia y vergüenza, burlarse de ella es el pan de todos los días. ──Tranquila Gomita, tengo todo planeado—. Y tras bajar el ritmo de sus risas, nuevamente su lado psicópata hace acto de presencia: Sus cielos se enchinan a causa de sus mofletes levantados por detrás de sus gafas, su perfecta dentadura reluce en su sonrisa de oreja a oreja mientras su lengua se desliza sobre su labio inferior.

   Gumi resignada suspira con fuerza, pensar en el destino de su pobre víctima le hace dudar sobre la poca estabilidad mental de su mejor amiga, la suya propia por seguir queriendo a esa loca y la de la sociedad en general por admirarla.

   ───Tú seras la causa de la tercera guerra mundial, te lo aseguro—. Al final, si lo pensaba muy, pero muy, objetivamente e ignorando algunos -muchos- datos, no era tan malo. Incluso el chico del que hablaba tan enamorada podría agradecerle; claro, si a éste también le falta una tuerca. Rezando por la rubia, para que no se pudra en los cubículos de la prisión.

   ───¿Tercera guerra mundial? ¡Destruiré toda la galaxia!—. Y sus risas "Maléficas" eran vista con una sonrisa y negación maternal de la chica de gemas verduscas.

[...]

   ───¡El rey ha caído!.

   ───¡¿Cómo que "el Rey ha caído"?! ¡He sido la mejor calificación!—. El pelirrojo automáticamente se levanto de su banca al escuchar al hombre albino gritar semejante tontería.

   ───¡Me refiero a Kagamine-kun, Satoshi-kun!—. Respondió en son de burla el heterocromático, escondiéndose detrás de la representante de la clase cuando vio que el chico con cicatrices se abalanzaba contra él en busca de pelea, cosa que pudo ser evitada por su escudo humano.

   ───¡Suficiente!—. Vocifera con el ceño fruncido, parándose en frente del pelirrojo. ──¿Acaso eres un niño que no se sabe controlar? No puedes vivir amenazando a las personas de matarlas por cada pequeña provocación—. El rostro molesto de esa mujer era mil veces peor que el suyo propio, así que chasqueando la lengua regreso a su lugar. ──¡Y tú!.

   El chico albino casi logra su cometido: escapar, de no ser porque su amiga tenía un sexto sentido que le atemorizaba, cuestionándose por las noches si ella no era un robot o algo. ──¿Qué logras metiéndote en la vida de los demás? ¡No es la primera vez qué te salvo el trasero, Utatane-kun!.

   ───¡¿Eh?! ¡Yo no soy ningún chismoso, Miki-san!—. El varón camino con seguridad, enfrentando a la chica con un chino en forma de corazón. ──¡Soy sólo un buen amigo qué se preocupa por su bro! ¿No es preocupante que Kagamine-kun repruebe?.

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