Capítulo 9: Perdido entre Palabras

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Las personas se fortalecen más enfrentándose a la realidad...

9:11 pm

Aún era temprano.

Seguí conduciendo hasta el centro comercial más cercano, necesitaba un cambio de ropa decente, y no tenía siquiera un dólar.

Bajé la velocidad, el auto se deslizaba lentamente por una calle inundada de personas. Me limité a observar cada detalle; Todos caminando de un lado al otro, habían de toda clase, bajas, altas, delgadas, con sobre peso, blancas y también de color.

Me detuve en un estacionamiento cercano a la calle que previamente había recorrido.

Volteé el auto boca arriba buscando dinero, revisé debajo de los asientos, en la guantera, incluso en la maletera, y sí, tal vez exageré en esta última parte.

No encontré absolutamente nada de dinero, no sabía si esa joven y atractiva doctora era muy organizada o extremadamente mezquina.

Bajé del auto, me quede diez segundos parado frente a la puerta del mismo, y luego miré a mi alrededor, estaba solo, tampoco había guardia de seguridad, no obstante, habían cámaras de vigilancia.

Caminé en diferentes direcciones... Llevaba una mano en el bolsillo y la otra cerca de mi oído mientras fingía estar hablando por teléfono frente a las cámaras al mismo instante que creaba una brecha de tiempo para analizar la situación y encontrar una manera de sacarle provecho.

Tardé aproximadamente dos minutos caminando, el mismo tiempo que tardé en darme cuenta que una de las cámaras no estaba funcionando. Era sencillo, ahora esa zona había quedado al asecho al encontrarse relativamente desprotegida.

No tuve la necesidad de pensarlo, me acerqué a uno de los autos que abarcaban ese espacio, sin embargo, debía cuidar mi presencia de las otras cámaras que permanecían activas.

Me quité la parte de arriba del kimono, la enrollé en mi mano derecha y golpeé el vidrio del conductor con fuerza, lo intenté una segunda vez puesto que la primera no fue suficiente, en esta ocasión con más impulso que anteriormente.

Logré romper el vidrio... Estaba preparado para lo que sea después de activarse la alarma, pero esta nunca sonó.

Rápidamente separé con cuidado los vidrios de la ventanilla, quité el seguro, introduje mi mano izquierda y abrí la puerta desde dentro. A decir verdad romper el vidrio dejó mi mano derecha ciertamente dolorida, pero no tenía tiempo para detenerme y quejarme.

Revisé cada rincón de ese auto, el dueño guardaba en la guantera un monedero y dentro del mismo habían cien dólares, y un anillo cubierto en oro y plata.

- Bingo...

Al instante pensé que era un chico con mucha suerte.

Al revisar el auto por completo, noté que también guardaba el dueño un arma bajo el asiento del conductor... Era una pistola semi automática.

- Una Gouverment 1911, tiene buen gusto. - Hacía referencia al modelo del arma.

En Los Ángeles, encontrar ese tipo cosas no es tan poco común como podría parecer a algunos.

Consideré en quedarme con todo lo que había encontrado.

En primer lugar guardé los cien dólares... Luego tomé el anillo en una mano y el arma en la otra mano, cerré mis ojos y lo pensé un breve momento y finalmente terminé optando por dejar el arma y únicamente llevarme el anillo.

Guardé el arma en el lugar donde la había encontrado, me dirigí a la salida del estacionamiento, iba camino a algún lugar en busca de respuestas, pero antes encontraría una tienda donde pudiese comprar ropa y también quería algo de comer, estaba muriendo de hambre.

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