Mudanza

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(Perspectiva Allison)

Tercera mudanza en los últimos 4 años, otro instituto, un pueblo diferente, de nuevo a despedirse de los amigos que había hecho en esos dos años en mi anterior instituto de Madrid.

Después de toda una vida de mudanzas, ya debería haberme acostumbrado, pero nunca es fácil decir adiós a las personas que dejo entrar en mi vida, seguramente estaría un par de semanas un tanto triste, pero había aprendido a ver este constante trasiego como una oportunidad de encontrar mi lugar en el mundo.

Mi nuevo destino, Forks, un pequeño pueblito de Washington, donde según el pronóstico del tiempo, vería muy poco la luz del sol. No me molestaba el clima lluvioso, me gustaba observar la lluvia golpear los cristales y deslizarse por las hojas de los árboles. Sería un cambio interesante, aunque estaba algo inquieta con el tema del instituto, por las convalidaciones y los diferentes planes de estudios, no tendría todas las asignaturas del curso, así que esperaba al menos tener un buen horario y no tener que esperar horas muertas entre clase y clase.

El avión estaba a punto de aterrizar, mi padre, Tomás Ruiz, un cirujano de 42 años, bastante atractivo para las mujeres de su edad, estaba a mi lado terminando de leer uno de sus libros de novela negra. Sabía que en el fondo estaba muy emocionado con este traslado, en el hospital de ese pequeño pueblo tenían un proyecto innovador relacionado con los trasplantes coronarios, un tema que a él le fascinaba.

En parte, por eso, le había animado a aceptar el empleo. Desde la muerte de mi madre diez años atrás, cuando tan solo tenía 7, él se hizo cargo de mí al cien por cien, cuidamos el uno del otro, tuve que aprender a cocinar y a valerme por mí misma a muy temprana edad, no quería ser una carga para él, su trabajo era muy importante y yo entendí las exigencias de este, tal vez, demasiado pronto.

Mi padre se giró para verme cuando se dio cuenta de que lo miraba a él, alzó una ceja, curioso.

- ¿Por qué me miras tanto? - me preguntó.

-Solo pensaba en lo que nos espera en Forks- dije sonriéndole.

- ¿Estas nerviosa? - preguntó tomando mi mano.

-Sí, un poco, es un pueblo pequeño, todos han de conocerse de toda la vida- dije admitiendo la razón de mis nervios- solo espero que sean agradables.

-Cielo, sería imposible que no encajes ahí- dijo papá con dulzura- siempre haces amigos en un par de días, estoy seguro de que no podrán resistirse a tus encantos.

-Papá- dije rodando los ojos divertida- ¿a qué encantos te refieres? ¿A mi afán por el deporte, por la velocidad o por las horas de lectura?

-A todas y cada una de las cosas que te hacen ser como eres- dijo golpeando ligeramente la punta de mi nariz con su dedo índice.

Arrugué la nariz en acto reflejo, desde que tengo uso de razón, mi padre hace ese gesto de tocar mi nariz cada vez que me dice algo para animarme.

-Eso lo dices porque soy tu hija- dije rodando los ojos.

-Lo digo porqué lo he visto- dijo mi padre- cada vez que nos mudamos tus nuevos amigos te llenan de regalos, incluso han venido al aeropuerto a despedirte.

Pensar en ellos aún me ponía triste, había hecho buenas amigas, Carmen y Nerea eran un gran apoyo para mi y lo seguirían siendo, no iba a perder el contacto con ellas.

-¿Piensas que esta será la definitiva?- pregunté sin muchas esperanzas.

-Eso pretendo Allison- dijo mi padre- he comprado la casa a la que nos mudamos y me parece un pueblo bonito para que podamos llevar una vida tranquila.

Mi calma y mi tormenta. (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora