Capitulo 4

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Los seis chicos, junto con Oikuto, pasaron algún tiempo en las piscinas termales. Kenta, Madoka y Benkei -este último en menor medida- preguntaban algunas cosas sobre la aldea o la infancia de los dos chicos residentes, aunque era Hyoma quien contestaba en su mayoría, Ginga también agregaba algunos comentarios.
El pelirrojo se sentía mejor en cuanto a su temperatura, pero ahora el cansancio lo estaba abordando con fuerza.

Kyouya solo se relajaba contra la orilla de la pileta, con los ojos cerrados, aunque de vez en cuando le dedicaba miradas a Ginga. Hyoma se dio cuenta de esto después de un rato y frunció el ceño, hasta que se le ocurrió algo.

—Creo que deberíamos salir de aquí pronto, todos necesitamos descansar ¿no? —comentó con cierta gracia, mirando a su amigo de la infancia justo cuando este soltó un bostezo. Hyoma no pudo evitar una risilla y le ofreció la mano al oji-ambar.

Ginga lo miró curioso pero, para molestia de Kyouya, tomó la mano del albino sin dudar y dejó que este lo sacara del agua tibia. El pelirrojo tembló un poco, pero admitió que ya no sentía bruscos los cambios de temperatura.

— ¿Qué pasa? —consultó Madoka, quien estaba bastante entretenida en acariciar a Oikuto.

—No es nada, solo lo ayudaré con su cabello —explicó el de ojos cerúleos.

Los cuatro citadinos vieron como Hyoma llevaba a Ginga frente a una pared a un lado de las piscinas, donde había una serie de tuberías, posiblemente regaderas; abrió un cajón para sacar una botella de color verde claro, mientras Ginga tiró de una cadena que colgaba de la tubería para dejar caer un poco más de agua sobre sí, más concretamente sobre su cabello.
Hyoma vertió un poco del líquido contenido en la botella sobre sus manos mientras Ginga se sentaba en un banquillo que había por ahí, el albino se hincó en una rodilla tras él y empezó a pasear sus manos por el cabello rojo, haciendo espuma con rapidez.

—Esos dos... son muy cercanos ¿no les parece? —murmuró Benkei. Kyouya gruñó internamente ante el atinado comentario.

Kenta asintió —Sí, bastante.

—Han estado juntos desde que eran bebés —'explicó' Oikuto distraídamente, víctima de las caricias de la mecánica —después de su padre, Hyoma es quien más ha estado con Ginga —Madoka soltó un murmullo contemplativo.

—Yo... no tengo hermanos pero —empezó la castaña, titubeando —me figuro que así es como cuida un chico de su hermano pequeño, cuando tienen una buena relación ¿no? —ella no pudo evitar sonreír al a Hyoma lavar cuidadosamente el cabello del pelirrojo.

Kyouya relajó los hombros ante el paralelismo de hermandad que propuso la mecánica. No sabía si Hyoma lo veía de esa manera, pero esperaba que Ginga sí... se aseguraría de preguntárselo después, cuando estuvieran solos.
A pesar de estar inconforme con la forma en que el borrego estaba tocando a su Ginga, Kyouya fue capaz de distinguir un sonido muy sutil. Al principio no lo captó bien, porque Benkei y Kenta estaban hablando, pero pronto entendió que era un tarareo y que, de hecho, provenía de Ginga; así que chistó a los demás para que se callaran y pudiera escuchar mejor.

Kenta, Madoka y Benkei lo miraron con extrañeza, pero cuando Hyoma se unió al tarareo de Ginga todos pudieron escucharlo y se los quedaron mirando.

En el jardín hay algo
Que te está esperando
Tal cual lo dejaste
Bocabajo quedó

La cola de Oikuto empezó a moverse de lado a lado con fuerza cuando Hyoma empezó a cantar en voz baja, siguiendo el tarareó de Ginga. Dos de los bladers y la mecánica los escucharon atentos y curiosos, pero a Kyouya le molestó que la voz del pelo de oveja opacara la de Ginga.

Entre Colmillos de León y Cuernos de CarneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora