Epilogo

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— ¿Realmente te crees capaz de manejar a un león solitario, Ginga? —preguntó Kyouya, aun respirando agitadamente, pero retomando la conversación previa.

El menor se rió entre dientes, antes de re-marcar uno de los chupones —no es como si quisiera ponerte una correa o domesticarte, mi león —bromeó, levantando el rostro. Kyouya le regresó una mirada molesta y ofendida, con las cejas profundamente fruncidas, pero Ginga no le dio la oportunidad de responder el "como si pudieras" que sabía que vendría —no es que nadie pueda hacerlo, pero yo ni siquiera quiero intentarlo... me gustas tal y como eres, salvaje y peligroso.

Kyouya sonrió de lado, con orgullo y dejando ver sus colmillos, como si le hubieran dado el mejor cumplido. Ginga le regresó la sonrisa, amando verlo así, guardó esa imagen a fuego en su mente. Amaba ver a Kyouya sonreír.

—Parece que careces de instintos de auto-conservación —molestó el más alto, raspando sutilmente sus uñas a lo largo de la espalda de su compañero.

—No lo necesito contigo —Ginga llevó una de sus manos a la melena verde, soltando la coleta con suavidad —Sé en donde me estoy metiendo y sé que quiero esto.

—Espero que recuerdes todo eso la próxima vez que tengamos una batalla y te derrote, Ginga —lo retó, con ese brillo competitivo iluminando sus feroces ojos zafiro, y con el cabello suelto alrededor de su rostro como una melena, se veía perfectamente letal —Leone y yo barreremos el estadio contigo —determinó, moviendo su cabeza hasta que sus narices chocaron —y aún después de eso, no te dejaré escapar —ronroneó.

Con su hermosa sonrisa, Ginga igualó la pasión competitiva de su compañero y rival —Pegasus y yo lo estaremos esperando —le robó un beso rápido, internando sus dedos en el cabello verde oscuro —ya has visto que estamos de vuelta en nuestra mejor forma, no nos dejaremos vencer tan fácilmente.

—No espero nada menos, Ginga —ronroneó, antes de volver a atrapar sus labios.

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Pov's Ginga

"Sagitari- Sagitario"

"Bull, Bull ¡Bull!"

No podía evitar sonreír con el ánimo de Benkei y Kenta, que venían conmigo al taller de Madoka para recoger a nuestros beys —que ganas tengo de ver a Pegasus —mencioné para mí mismo, tratando de que el tema anterior no regresara a colación.

¿Qué puedo decir? Me puse un poco nervioso cuando Kenta y, especialmente, Benkei me encontraron no muy lejos del lugar de Kyouya, a estas horas de la mañana.

Porque no, Kyouya ni siquiera me había dejado irme a casa de Madoka cuando regresamos, ayer al final de la tarde, a la ciudad.
Ese león... simplemente me arrastró con él en cuanto salimos de la estación de trenes, a saber qué habían pensado nuestros amigos; Madoka ya tenía los cuatro beys para hacerles mantenimiento, así que una excusa de enfrentamiento no servía... gracias al cielo no me hicieron demasiadas preguntas al respecto, supongo que Benkei ya está acostumbrado a no cuestionar a Kyouya.

—Benkei ¿Tú sabes si Madoka ya terminó el mantenimiento? —escuché a Kenta en medio de su canturreo... je, tal vez Hyoma y yo los contagiamos un poco.

—Seguro nuestros beys están listos a esta hora.

—Ya quiero llegar —esos dos estaban más entusiasmados que yo, ya solo nos faltaba media cuadra.

—También yo, Bu-bu-bull —me reí lo más bajo que pude mientras abría la puerta de B-pit —aquí viene papi.

Cuando encontramos a nuestra amiga, la pobre estaba inclinada sobre su mesa de trabajo, con la cara entre sus brazos —Eh, iujuu... ¿Hola? —nada, no reaccionaba, estaba completamente noqueada —alguien necesita dormir más —comenté. Claro que quería ver a Pegasus listo cuanto antes, pero Madoka no debería sacrificar sus horarios de sueño por ello.

Entre Colmillos de León y Cuernos de CarneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora