Capítulo 6

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Este ha sido el capitulo más largo hasta hora y lo recontra-amo!
Si pensaban que el anterior estaba prendido, vayan y busquen algo frío de beber xD
Sin más, les presento para su disfrute :3
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Kyouya despertó con tonos amarillos, naranjas y rojos pincelando cada rincón de una habitación que no conocía, y una profunda sensación de vacío en su estómago.

Gimió bajito, mientras abandonaba lentamente la somnolencia y luego bostezó con la boca bien abierta. Su mandíbula inferior chocó contra algo suave y su nariz empezó a distinguir un sutil olor a manzanas, cosa que no ayudó a la sensación en su estómago, pero el peliverde movió ligeramente su cabeza para ver con qué había chocado.

Rojo fue lo primero que distinguió. Una inconfundible cabellera rojo fuego que ahora mismo estaba un poco bastante desordenada.

Siendo honesto, a Kyouya le parecía gracioso cómo los mechones colorados, libres de la bandana azul, caían en todas direcciones y perdían la acostumbrada forma de flama.

Ginga estaba acurrucado justo a su lado. El edredón lo cubría hasta el mentón por lo cual sólo podía ver su cara dormida, roncaba bajito contra el hombro ajeno, y una de sus manos descansaba sobre el pecho de Kyouya, justo sobre el corazón latente.

En sus últimos segundos de somnolencia residual, Kyouya no luchó contra el deseo de abrazar a Ginga más cerca y hundir la nariz en su pelo.

Eso despertó al pelirrojo.

Ginga soltó un bostezo muy similar al de su compañero, a la par que presionaba su rostro contra la agradable piel cálida del pecho ajeno, causándole unas pequeñas risitas al joven león, que no pudo esconder.

—Mgh~ —otro bostezo — ¿Kyouya? Buenos... días —alcanzó a murmurar en medio de un tercer bostezo.

El oji-azul le dio un zape en la frente con su mano libre —despierta de una vez. Querrás decir buenas tardes —corrigió con una sonrisa de lado.

— ¿Mgh? —Ginga se frotó los ojos con una mano antes de mirar bien a su alrededor —rayos... ¿qué hora será? —se preguntó en voz baja, sintiendo la misma opresión en su estómago que Kyouya, una vez estuvo más en sus sentidos.

—No lo sé, pero debo admitir que aquí se está bastante cómodo —comentó casualmente, llevándose una mano tras la cabeza. La otra seguía alrededor del más bajo.

Ginga soltó una risita —sí, es cierto —se hizo ligeramente para atrás, pero sin sentarse —adoro estas mantas desde pequeño, son realmente cálidas y agradables, sobre todo con el clima templado que tenemos aquí regularmente, gracias a las montañas —algo de nostalgia empañó sus ojos dorados.

Tategami se dio cuenta, así que decidió cambiar de tema —sí, bueno... —colocó ambos brazos alrededor del torso ajeno —la manta no era lo único agradable y cálido —repitió sus palabras a la vez que tiraba del menor parcialmente sobre su cuerpo para luego acariciar con ambas manos el trasero de Ginga, una vez más.

El pequeño pelirrojo dio un respingo ante el tacto — ¡Kyouya! —se quejó, mirándolo acusadoramente, mientras empezaba a sonrojarse.

Kyouya lo miró con una sonrisa que no tenía nada de inocente — ¿Qué? ¿Duele? —preguntó lo último con una ligera y mal-enmascarada preocupación.

—Apenas... casi nada, solo ¡No empieces de nuevo con eso! —resopló, tratando de alejarse —tengo hambre, vamos a buscar a Hyoma y los demás, para preparar algo de comer.

Entre Colmillos de León y Cuernos de CarneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora