En completo silencio y con una mezcla de humo y polvo. Así se encontró el Kings al mediodía; siempre estaba así a esas horas y así es como a Luisita más le gustaba aquel lugar. Pese a sus múltiples quejas sobre su trabajo, la mugre que se acumulaba en los rincones y la poca ventilación, lo cierto es que adoraba ese sitio. Dentro de sus muros había vivido algunas de las experiencias más vitales de su vida, en sus paredes se escondían algunos de los secretos más importantes. Si hablasen, contaría las historias más increíbles que dejarían alucinando al más pintado. Ella, en particular, detrás de su sempiterna posición detrás de la barra había presenciado casi todos los cambios que España había sufrido en cinco años, había escuchado relatos de todas las índoles y se había enamorado del amor de su vida. El Kings era tan parte de ella que, por mucho que quisiera, no quería dejar de trabajar ahí. Incluso ahora, que su vida estaba más en calma, se seguía poniendo su uniforme verde agua y se ponía manos a la obra.
-¿Benigna?- preguntó carraspeando y con una piquilla en la garganta –un día de estos le abro un boquete a la pared y dejo que entre aire natural –se dijo para sí misma -¿Benigna? – llamó un poco más fuerte –como me haya hecho venir para nada...-bufó.
Tras asegurarse de que no estaba en ningún rincón del salón principal, se decidió a pasar al camerino. Estando allí aprovechó para coger un par de cosas que Amelia le había pedido, concretamente una boa de plumas verdes y unas medias de rejilla. Le había insistido en que dejase dinero en el cenicero del despacho a modo de agradecimiento, pero Luisi consideraba que no era necesario. Nadie le reclamaría a Amelia que se cogiera prestadas un par de cosas, y menos siendo ella la encargada del local. Aquella desavenencia de opiniones había propiciado una de sus muchas discusiones domésticas, una de tantas sobre el bien y el mal, que había acabado en empate. Luisi estaba dispuesta a ganar la batalla dialéctica, pero su chica, en un movimiento inteligente, llevó la discusión a la calle cuando salieron esa mañana para trabajar y allí no podía usar su mejor arma: el besito de la razón. Ni siquiera fue consciente de que Amelia la fue atrayendo a la puerta de su casa mientras discutían, y para cuando quiso darse cuenta, ya estaban en el portal. Allí Amelia se encogió de hombros, le dio unas cuantas pesetas y se despidió de ella con un "cariño, ya sabes que no podemos hacer nada aquí" con su gesto de "si pudiera, te dejaría besarme". Le dio el meñique y se alejó riendo, dejándola con la palabra en la boca y frustrada.
Recordar lo que aconteció esa mañana la enfureció aún más. No sabía dilucidar si lo que le daba rabia era que Amelia se creyese haber ganado o que no pudiesen discutir a grito pelado en la calle como cualquier pareja. Cualquiera de las dos opciones eran más que suficientes como para ponerla de mal humor. Se esforzó por pensar en otra cosa, aunque esa otra cosa que se aparecía en el fondo de su memoria era demasiado importante y la iba a distraer. Y eso no, ella había aceptado la proposición de Benigna justo porque necesitaba distraerse.
-¡¡BENIGNAAAA!!-chilló al oír a la mujer gritando su nombre. En la lejanía se oyó de nuevo la voz de su vecina clamando su nombre -¿dónde está?-gritó un poco más flojo.
Salió del camerino con las medias guardadas de mala manera en el bolsillo de su abrigo y la boa rodeándole el cuello, poniendo el suelo perdido de plumas verdes a su paso.
-Hola, Luisita, hija. Ven, échame una mano –Benigna traía consigo un palé de ginebras. No le hizo falta pensar mucho para saber que, seguramente, el nuevo proveedor la habría querido cobrar por el transporte y ella se negó. Si alguien podía con quince botellas de Larios durante más de veinte metros y a peso, esa era la reina cotilla del barrio –vengo desde el Asturiano cargando con esto y ¡no veas cómo pesa!
-Pero Benigna, por favor, que se va a hacer daño en la espalda.
-Mejor acabar una semana en cama que pagarle mil pesetas más al aprovechado de Juanito. ¡Pues no dice ahora que han cambiado la política de empresa! ¿Qué política? ¿Son ahora seguidores de Fraga o qué? Mira, esto con Don Juan no pasaba. Él te mandaba los muchachos a la puerta. A ver cómo le va al sinvergüenza de su hijo...
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Palimpsesto
FanfictionHello, fellas! A quien tenga interés en leer esto: es un fic hecho a base de pequeños one-shots que se me van ocurriendo. Siguen las andanzas de Luisita y Amelia a través del tiempo, teniendo como telón de fondo algunos hitos históricos LGTB en Esp...