Cepeda
Le había mentido.
No tenía lugar donde dormir, no tenía el dinero suficiente como para pagarme una noche de hotel, no si quería comer esa semana.
Lo que sí tenía era una idea de lo que quería hacer que, siendo sinceros, no era la mejor.
Entré en el pub que más lleno de gente estaba y caminé hacia la barra. Lo primero que vi fue a una chica morena bastante atractiva, estaba sola y no parecía estar esperando a alguien, más bien, daba la impresión de que le acababan de dar plantón.- Dos cervezas, una para la señorita y otra para mí. - Le dije al camarero mientras ella me miraba asombrada.
- ¿Me va a invitar? - Preguntó alagada.
- Y con tu dinero, si me lo permites, que yo estoy sin blanca. - Le respondí con esa labia que me caracterizaba, esa que conseguía que me saliera con la mía siempre que quisiera.
- Será cara dura. - Rió divertida, pero aceptando la propuesta.El camarero nos sirvió las dos cervezas y comenzamos a hablar. Y, acompañados de otra cerveza, seguimos hablando, y después de otra, y de otra, y de otra...
Dieron las 03:00 h y el local cerraba. Salimos de allí sosteniéndonos mutuamente para no caernos, lo sorprendente era que no hubiéramos caído ya.- ¿Tiene coche?
- Aunque lo tuviera, no sería buena idea usarlo en estas condiciones.
- ¿Cómo va a volver a casa pues? ¿Vive cerca?
- Lo cierto es que ni sitio donde dormir tengo.Tanto alcohol me había hecho olvidar el verdadero motivo por el cual había entrado en ese pub, y es que la idea era ligarme a alguna chica con la intención de acabar durmiendo en su casa. No me agradaba mucho hacerlo, aunque cierto era que no sería la primera vez, pero creía haber madurado. De todas formas, la idea de pasar frío durmiendo en un banco de algún parque me agradaba menos.
- Mi casa está cerca de aquí, pasando la esquina, puede venirse si quiere. - Me propuso ella con una sonrisa amigable. Sería mentira negar que tenía una preciosa.
Acepté la propuesta y me guió entre tumbos y risas escandalosas hasta su casa, andábamos algo aturdidos por el efecto del alcohol.
Vivía en un apartamento de una sola habitación, bastante espacioso para lo que era; con un baño, una cocina y un pequeño salón muy acogedor.
Al llegar, ella fue directa al dormitorio y comenzó a quitarse la ropa, me fijé en su torso y, la verdad, no estaba nada mal. Yo también me quité la mía, a pesar de la época en la que estábamos, estaba sudando y necesitaba desprenderme de los harapos que cubrían mi cuerpo. Quedé en bóxers y ella en tanga, se acercó a mí y pensé que me iba a besar, pero solo se acercaba porque detrás mía estaba el armario, e iba a coger algo para ponerse.- No le importa dormir en el sofá, ¿no? - Me preguntó bostezando, estaba cansada.
- Faltaría más, con gusto dormiré ahí.
- En el salón hay mantas, coja las que quiera. Buenas noches...eh, ¿cómo se llama?
- Cepeda, me llamo Cepeda.
- Pues buenas noches Cepeda, yo me llamo Ana.La conversación acabó ahí, ella se quedó en la habitación y yo me fui al sofá, también estaba cansado.
- ¡Mierda!
Exclamé impaciente. Me acababa de despertar y eran las 11:00 h, hacía tres horas que debería estar en mi puesto de trabajo. Ni una semana y ya la había cagado.
- ¿Quién eres? - Preguntó una voz desde la habitación de Ana, una voz que no era la suya.
- Es un amigo amor, no tenía sitio donde dormir y le invité a pasar la noche aquí. - Esa sí era Ana.Me levanté rápido del sofá y comencé a vestirme, aún no había acabado cuando apareció Ana junto a la portadora de la voz que me había hablado antes, una chica rubia y muy guapa.
- ¡Buenos días! Yo soy Mimi, la novia de Ana.
- Yo Cepeda, encantado.
- ¿Te quedas a desayunar? - Me preguntó Ana, ya en la cocina.
- Que va, llego tarde a trabajar. - Cogí mis cosas y me dirigí a la puerta. - Muchas gracias por todo, ya hablaremos.Nada más cerrar la puerta corrí hacia la calle, y nada más llegar a la calle corrí hacia el bar, no me podía permitir retrasarme ni un minuto más.
- Hombre Cepeda, buenos días. Ya nos ha dicho Ricky que tenías que hacerte unas pruebas hoy pero, la próxima vez que tengas algo urgente en horario laboral, es mejor que nos avises tú, y un día antes al menos. - Me saludó Cosme bastante animado, para mi sorpresa.
- Sí, sí, lo siento, no volverá a ocurrir. - Improvisé.Entré en la cocina para saludar y darle las gracias a Ricky, me había encubierto sin si quiera saber el motivo de mi tardanza. Quise explicarle la situación pero me frenó.
- No quiero saberlo, y no quiero que vuelva a pasar. Confío en ti pero, por favor, no la cagues, si no se me acabarán las excusas para querer ayudarte...
- Lo siento, de verdad...no volverá a pasar, te lo prometo.Me sentía mal, Ricky no se había enfadado del todo conmigo, y eso era un alivio, pero sentía que lo había decepcionado.
- ¡Luis! Buenos días. - Su aguda y dulce voz resonó en mi cabeza provocando que abriera bien los ojos, los mismos que se estaban cerrando a los pocos mientras servía unos cafés.
- ¿Días? Si son las 3 de la tarde.
- Pero aún no he comido, ¿qué me vas a preparar?Estaba más contenta de lo normal, después de lo de ayer pensé que serían más cortantes las cosas, pero estaba equivocado.
Yo tampoco había comido, así que preparé comida para dos; tortilla y sanjacobos.- No sabía que cocinaras tan bien. - Me dijo Aitana con la boca llena del último pedazo de tortilla que le quedaba por comer.
- Algo tendría que hacer bien. - Reí.
- Ahora sí, buenas tardes. - Dijo cuando tragué el último trozo de sanjacobo. - ¿A la tarde trabajas?
- Sí, hasta las once.
- ¿Y vendrás a dormir a casa hoy?
- ¿Quieres que vaya?No contestó, tosió nerviosa y rodeó los ojos. Acto seguido se levantó a recoger la mesa y llevar los platos al fregadero.
- Deberías ponerte a trabajar ya, tu descanso para comer terminó hace dos minutos. - Sentenció seria, pero aliviada por haber encontrado una excusa con la que dejar de lado el anterior tema de conversación.