Capítulo IX

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Narra Sungmin

Cuando llegaron a la escalera en cuestión, Sheridan se paró frente a la puerta e hizo un gesto hacia adentro.

—Está aquí, en el próximo rellano. Allí la encontraron. —Sus ojos se llenaron de lágrimas que brillaban a la luz de las velas—. No puedo agradecerte lo suficiente por hacer esto por mi esposa, señor Lee. Estoy seguro de que cualquier cosa que puedas decirle al señor Cho podría ayudarnos a encontrar a quién hizo esta cosa horrible a Dominique.

—Me alegro de ayudar si puedo. Pero esto es tan impredecible que puede que no consiga nada.

—Lo entiendo —dijo él, con una mirada triste desplegando sus rasgos. Se volvió hacia la puerta—. El señor Cho dijo que lo encontrara en el rellano.

—Vale. Hyuna, iremos al vestíbulo en unos minutos. Esta tormenta me está poniendo nervioso... quizás no pueda conseguir nada.

Hyuna asintió con la cabeza y levantó la vela que estaba sosteniendo un poco más arriba para iluminar su camino.

—Nos vemos en un momento —dijo ella y se movió lentamente por el pasillo.

Sheridan abrió la puerta de la escalera y al instante fue asaltado por un frío y húmedo sentimiento. Se estremeció y miró hacia la oscuridad.

—Algunas ventanas deben de haberse roto arriba.

—Bueno, no tenemos que ir lejos —dijo Sheridan, señalando los escalones—. Sólo un piso.

Asintió y empezó a subir las escaleras. Algunas de las ventanas debían haberse roto, porque una fuerte brisa silbaba por las escaleras y la temperatura ya había caído por lo menos diez grados. La tormenta afuera era espantosa en su intensidad. Llegó al primer rellano y se volvió hacia Sheridan.

— ¿Cuándo viene Kyu? Pensé que ya estaría aquí.

Sheridan buscó dentro de su túnica y sacó una navaja. Hizo un pequeño movimiento con su muñeca mientras lo observaba con fascinado horror cómo se deslizaba la hoja con un chasquido.

—Lamentablemente el Señor Cho está retrasado. Así que simplemente tendremos que prescindir de él.

Apuntó hacia el estómago de Min y aunque este retrocedió, la punta de la hoja cortó su camisa y pudo sentir un dolor agudo y ardiente en sus abdominales. Golpeó con ambas manos el pecho de Sheridan, cogiéndolo desprevenido mientras hacía otro corte en su brazo. Sheridan perdió el equilibrio y tropezó hacia atrás con una amortiguada maldición mientras se daba la vuelta y subió los escalones detrás de él, corriendo por su vida.

Podía oír a Sheridan justo detrás, pero había perdido la vela en la lucha y se habían hundido en la oscuridad antes de que hubieran avanzado unos cuantos escalones hacia arriba. Apoyó las manos en sus rodillas por un momento, consiguiendo su equilibrio y entonces se levantó y subió corriendo las escaleras. Sheridan seguía detrás de él, maldiciendo con firmeza, pero estaba quedando un poco atrás.

Como era más joven y estaba en mejor forma, fue capaz de poner un tramo de escaleras entre ellos mientras subía, pero estaba agotado. No estaba seguro de cuánto tiempo podría mantenerlo y, además, ¿qué le esperaba cuando llegara a la cima? Se estaba alejando de cualquier esperanza de ayuda para luchar contra este loco.

Podía sentir la sangre caliente deslizándose por sus pantalones, y sabía que estaba muy mal herido, aunque su adrenalina no le dejaba sentir demasiado. Decidió que su única oportunidad era pasar por la puerta de la siguiente planta a la que había llegado y tratar de encontrar otra escalera. Seguramente las regulaciones antiincendios requerirían por lo menos dos en cada piso. Entonces podría volver a buscar ayuda. Si no podía encontrar otra, entonces al menos podría intentar esconderse en alguna parte del oscuro piso hasta que pudiera rodear a Sheridan y volver por el camino que habían venido.

A Medium and an extra-large 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora