3 - Una visita inesperada

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Dos meses pasaron rápidamente. La vida de Pam era tranquila y bastante feliz: tenía amigos, ya se había encariñado bastante con Okuyasu, Yukako y Josuke... sobre todo con este último. Charlar con él era sencillo y jamás se aburría, era raro notar cada día que tenían muchas cosas en común, como los videojuegos; esto sorprendió a los chicos en sobre manera, era raro que a una chica le gustara ese pasatiempo, sobre todo a finales de los noventa e inicios del nuevo siglo, donde se ubica nuestra historia.

El PlayStation 2 se había lanzado, y Pam llevaba ahorrando dinero de varios cumpleaños para comprarlo, ya que sabía de este gran lanzamiento y no se lo podía perder por nada del mundo. Esta afición a los videojuegos nació gracias a su padre, con él jugaba horas y horas, haciendo que se volviera uno de sus pasatiempos favoritos.

Una tarde fresca, Pam les pidió a sus amigos que la acompañaran a comprar el PS2, y que pudieran estrenarlo juntos en su casa después. Yukako no podría asistir, ya que tenía un compromiso familiar.

En la tienda, mientras se efectuaba la compra, Josuke veía los videojuegos como un niño pequeño al que le compran dulces, y Okuyasu estaba bastante interesado en títulos de peleas. Con el sobrante de Pam y con apoyo de los chicos, pudieron comprar dos juegos más. Esa tarde prometía una reta espectacular.

Pasaron de largo, por primera vez, la panadería, y siguieron de frente dos calles más, hasta la casa de Pam. Era un lugar rústico, al parecer conservaba bastantes muebles de sus abuelos, combinado con electrodomésticos costosos y de última generación, algunos no disponibles en Japón; Pam explicó que su madre le mandaba lo que creía necesario desde Los Ángeles, como tostadoras con reloj, un refrigerador enorme, teteras occidentales, radios y más cosas por el estilo.

En su sala se acomodaron para conectar todo, mientras Okuyasu iba a la cocina, donde se encontraba el teléfono, para ordenar una pizza.

—Pediré pizza de queso, si quieren arruinarla con otros ingredientes díganme ahora, que pediré otra aparte —dijo Okuyasu—, luego iré a la tienda por refrescos.

—Pide una con salami, no seas aburrido —bromeó Josuke—. ¿Necesitas ayuda con los refrescos?

—No, esos los invito yo, y puedo cargarlos solo; mejor apresúrense a conectar eso, que a mí no se me da nada técnico —contestó Okuyasu para desaparecer en la cocina y ordenar las pizzas.

Josuke se encargaba de conectar todo lo que iba tras el televisor, mientras Pam sacaba la consola y la apreciaba con ojos luminosos.

—El diseño es increíble, supera con creces a su antecesora...

—Definitivamente, aunque no tuve nada de eso, yo me quedé con el Nintendo 64, no pude comprar nada por un inconveniente con mi cuenta de ahorros vacía —se lamentó Josuke, recordando a Joseph Joestar gastando sin reparo en pañales, ropa y productos de bebé.

—¡Oh! Bueno, puedes venir a jugar acá cuando gustes, estás en tu casa, Josuke —dijo Pam con un ligero sonrojo.

—Gracias... pero, ¿no se molestará tu padre? De que venga un chico a tu casa...

Pam guardó silencio durante unos momentos y analizó si debía contestar. Observó a Josuke, y decidió relatar un poco sobre su historia, después de todo, si alguien le inspiraba confianza era él.

—¿Recuerdas que te dije que vivía sola? Que convencí a mi madre de mudarme aquí después de insistirle mucho...

—Sí, claramente, pero pensé que tu padre estaría en Morioh o algo... ya que mencionaste que tu madre fue a Los Ángeles, pero de él no dices nada. Supuse que estaban separados o algo y por eso... ¡Argh! Lo arruiné, ¿cierto?

Una nueva emoción en Morioh. Josuke Higashikata x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora