11 - Día gris...

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Esa mañana amaneció fría y nublada, un ambiente gris cubría Morioh, al igual que los ánimos de sus habitantes.

El lunes llegó, pero ni Josuke ni Pam asistieron a la escuela, por falta de energía y por el miedo creciente en el interior de ambos. Pam les relató, cuando se sintió lo suficientemente fuerte, lo que le había dicho su agresor: «Mi jefe dijo que tú lo atraerás... tú... eres lo que nos ayudará a chantajearlo...». El grupo sabía lo que significaba, querían chantajear a Josuke, Akira planeaba algo y ya tenía los ojos puestos en Pam. No tenían tiempo, y la seguridad e integridad de Pam estaba en juego, debían pensar en algo.

Esa misma tarde, los Higashikata recibieron una visita inesperada: Jotaro. Tomoko estaba trabajando, así que Josuke lo recibió.

—Josuke... —comenzó Jotaro, en la entrada.

—¡Ah! Jotaro-san, no sabía que vendrías, ¿sucede algo? —contestó Josuke, saliendo de su hogar.

—Quiero hablar contigo, ¿puedo pasar?

Josuke dudó, no quería que viera a Pam, temeroso de recibir otro regaño.

—Josuke, ya me enteré de la situación, sé que ella está aquí. Descuida, solo quiero hablar contigo —calmó Jotaro.

—¿Cómo te enteraste?

Yare yare daze... hablemos dentro —dijo Jotaro, ocultando sus ojos bajo la sombra de su gorra. Josuke suspiró y dejó pasar a su sobrino. Fueron directo a la sala.

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —dijo de mal tajante Josuke, sentándose.

—Quita ese tono, ¿quieres? Esto es tremendamente difícil y molesto para mí, además de que no quiero pelear contigo, Josuke —respondió Jotaro, incómodo; esta actitud confundió a Josuke—. Koichi y Okuyasu decidieron contarme por una buena razón, muchas razones... y si vine hasta acá es por...

—¿Ajá? —apresuró Josuke, en la orilla del asiento, no estaba seguro de qué estaba pasando.

—Maldición, Josuke —susurró Jotaro, avergonzado—. Te pido disculpas, y no lo repetiré. No debí decirte esas cosas de tu noviecita, era obvio que estarías en las nubes, pero al menos me quedó claro que no estabas consumiendo las drogas...

—¡Jotaro! ¡Te lo dije! Jamás probaría esas porquerías —recriminó Josuke, sonrojado.

—Ya lo sé, cállate y escucha: esto pasó porque te presioné y casi le pasa algo de gravedad a tu chica. Lo lamento, ¿sí? No estoy de acuerdo en que le hayas contado sobre los Stands; entiendo que te dejaste llevar para ser honesto al cien con ella... pero mira ahora, la has puesto en peligro mortal, y Akira la estará buscando para llegar hasta ti, hasta todos nosotros.

—Jotaro... —susurró Josuke, al punto del llanto, la persona que admiraba le pedía disculpas.

Yare yare... relájate, Josuke, y presta total atención. Me contaron lo que te dijo tu madre...

—No, no y no —interrumpió Josuke, levantándose del sillón y dando vueltas por la sala.

—¿Cargarás con la culpa si le sucede algo? Ese sujeto es peligroso y ya viste lo que puede pasarle, Josuke —siguió Jotaro, poniéndose de pie—. ¿No entiendes lo que es mejor para ella? ¿Seguirás arriesgándola por tus deseos egoístas?

Josuke chistó mientras apretaba los puños. Jotaro estaba alerta, sabía que Josuke era cambiante cuando se enojaba.

—Piensa en tu madre, Josuke... si te pasara algo... ¿crees que le gustaría que se lo ocultaran?

Una nueva emoción en Morioh. Josuke Higashikata x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora