Cuando el veneno hace efecto

148 12 0
                                    

Seth y Roman habían tenido varios problemas más durante la semana, el samoano había estado demasiado estresado por la situación de Paula y, aunque Seth no quería causarle más preocupaciones, seguían discutiendo y su relación no era la misma.

Y la guinda del pastel era Dolph. El rubio se había convertido en un dolor de cabeza, parecía estar en todas partes. Dolph pasaba más tiempo con Roman que el mismo Seth, incluso después de las horas de trabajo. Cada vez que Seth iba al hospital, ahí estaba Dolph.

El rubio incluso había comprado un par de regalos para Paula, ayudaba a Roman en el hospital y, a veces, se quedaban en el hospital haciendo gráficos en la computadora portátil e intentando avanzar en su trabajo.

Juntos, siempre, en todo momento.

Tampoco ayudaba el hecho de que Kazuchika ahora ocupaba una gran parte de su tiempo. Esta campaña era tan importante que Seth no quería distraerse y arruinarla. Así que sus reuniones de trabajo se prolongaban hasta la noche.

Y de hecho, estaban en una reunión ahora.

—Es perfecto—. Kazuchika sonrió. —Wow, eres bueno, tu trabajo es impecable, tu familia debe estar orgullosa de ti. Serás un digno heredero de todo lo que han construido.

Seth abrió la boca pero no supo qué decir. No, su familia no estaba orgullosa, estaban sorprendidos y casi esperando que él arruinara esto. Sus padres no decían nada, pero Seth lo notaba en la forma en que verificaban meticulosamente su trabajo después de las reuniones con la delegación japonesa.

Algo que nunca hacían con Dolph y con Roman.

—La opinión de tu familia es muy importante para ti, ¿verdad?— Dijo Seth en su lugar.

—Es cierto, tengo que heredar todo esto y debo que ser digno de ello—. Kazuchika miró a Seth con curiosidad. —Sasha me contó el incidente con su campaña y al ver a tu padre tratando de disuadirme de hacer este trabajo contigo, noté que no confían en ti.

Bueno, ya habíamos mencionado que estos japoneses no eran en absoluto sutiles.

Seth miró a Kazuchika con nerviosismo. —Pero si lo sabías... ¿Por qué insististe en que yo haga esto?

Kazuchika y Seth estaban sentados en un sofá en la terraza del hotel donde se alojaban los japoneses. El joven asiático no quería trabajar en una sala de reuniones, por lo que el hotel le facilitó todo para esa semana.

—Solo un presentimiento—. La sonrisa de Kazuchika era algo enigmática. —Un presentimiento que probé casi inmediatamente cuando empezaste a dar ideas... ¿Quieres saber lo que creo sobre el incidente con Sasha?

Y por la forma en que el japonés lo miró, Seth temía preguntar. Pero su curiosidad era mayor.

—¿Qué piensas?— Seth preguntó nerviosamente.

—Creo que ese error no fue tuyo.

Y entonces Seth notó que Kazuchika estaba más cerca. Pero, ¿cómo sucedió eso? Ni siquiera lo vio moverse.

—Seth, alguien que es tan minucioso en su trabajo y, que puede crear algo como esto—. Kazuchika señaló las carpetas con las campañas que su padre revisaría durante el fin de semana. —No podría haber cometido tal error.

—Gracias por tu confianza—. Seth todavía estaba nervioso.

—Pero incluso si cometiste ese error—. Dios, este hombre iba a ser la muerte de Seth, la forma en que lo veía era abrumadora. —Con esta campaña todos olvidarán que algún día sucedió. Será solo una anécdota divertida para el futuro, de hecho, tengo varias de esas anécdotas y te las contaré durante el fin de semana.

The Hardest Part of Letting Go [rolleigns]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora