La Delegación Japonesa

144 12 3
                                    

Todo esto la mantendrá estable por un tiempo, pero todavía necesitamos al donante de médula o ella ya no lo soportará más.

Las palabras del doctor eran como una daga que colgaba sobre la cabeza de Roman, de una cuerda a punto de romperse. Paula tenía ya una semana con el nuevo tratamiento y todavía no despertaba. Roman no quería ser pesimista, pero sentía que el tiempo se le estaba acabando.

—Roman, creo que deberías hablar con papá—. Seth dijo preocupado. —No puedes trabajar así.

Roman se dejó caer en el sofá de la habitación de Paula. —Tengo esta gran deuda con tu familia.

—No es una deuda, nadie te va a cobrar ese dinero—. Seth estaba parado frente a él.

—Pero debo ayudarlos en la compañía. Todavía hay una fuga de dinero y no puedo esperar que sigan invirtiendo en mí mientras no hago nada—. Roman se agarró la frente, últimamente vivía con un dolor de cabeza eterno.

Seth frunció los labios. ¿Por qué todo le recordaba a su error? Parecía que nunca iba a expiar sus pecados.

—Todo esto es tan injusto—. Seth murmuró.

Roman suspiró sintiéndose mal por su novio, puso sus manos en la cintura de Seth y lo atrajo hacia él. Puso su cabeza en el vientre de Seth.

—Gracias.

—No deberías agradecerme...— Seth acarició el cabello de Roman. —Arruiné todo...

—¡No!— Dijo Roman. —Por favor, no te culpes más. Recuerda que ayudarme nunca estuvo en los planes de tu familia, lo hicieron por ti. Y estoy agradecido ya que no solo ha sido un alivio no tener una deuda tan grande, también fue un placer conocerte y enamorarte de ti.

Seth sonrió con tristeza. —Me gustaría hacer algo más por ti.

Roman abrazó a Seth con fuerza. —Solo quédate conmigo, no me dejes solo ahora que más te necesito.

—Estaré aquí contigo, sabes que te amo.

Roman miró a Seth de una manera extraña, y el hombre más joven estaba empezando a sentirse nervioso. ¿Acaso Roman iba a darle malas noticias?

—Espero que esto que voy a decirte no te asuste o parezca demasiado apresurado, pero...— Roman tomó aire. —Cuando todo esto termine, cuando pueda llevar a Paula a casa, me gustaría, bueno, podríamos... compartir... la casa...

Seth sonrió ampliamente. —¿Quieres que vivamos juntos?

Seth apretó el abrazo. Tenía tanto miedo de perderlo debido a todas las horribles circunstancias que los rodeaban, pero Roman le estaba dando la seguridad de que nada de esto afectaba su relación.

—Seth, sé que es muy pronto y que todo esto ha sucedido muy rápidamente y...

—¡Sí quiero!— Seth dijo emocionado. —Te amo y amo a Paula, y tú me amas, así que es el paso más lógico a seguir. No puedo creer que realmente vamos a hacer esto.

Roman suspiró aliviado. —Sabes que perdí a mi esposa y ahora estoy luchando por no perder a mi hija. Todo esto me ha enseñado que no podemos perder el tiempo, que si amamos algo o alguien debemos ir por ello y ser felices. Te amo y Paula te ama. No importa lo apresurado que parezca todo esto, solo quiero que seamos felices, aferrémonos a esto que sentimos y no lo dejemos ir.

Seth pensó que lloraría con tanta felicidad.

—Por eso necesito que confíes en mí, Seth. Debes saber que no dejaré que nada ni nadie nos separe. Yo nunca te cambiaría por nadie.

The Hardest Part of Letting Go [rolleigns]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora