Del Maximalismo al Minimalismo

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Del Maximalismo

"Al final todo se reduce a sentirnos amados...

Yo viví en una familia cómoda, no nos faltaba de nada a mi ni a mis hermanos. Vivíamos en una casa muy grande, con más habitaciones de las que necesitábamos y un jardín espectacular con una piscina del cual sólo aprovechábamos una parte en verano y en días puntuales. En el comedor teníamos figuritas, estatuas de distintas partes del mundo y una barra de bar de madera que no usábamos. Mi padre coleccionaba montones de monedas y cámaras antiguas, mi madre coleccionaba abanicos de todas clases. Yo disponía de muchas cosas en mi habitación, cada vez que íbamos a un sitio compraba algún recuerdo para mi escritorio. Tenía miles de piedras, meteoritos y fósiles, sí, hubo una época que me las daba de arqueólogo. Mis cajones estaban llenos de cosas que ni recuerdo, solo sé que los llenaba hasta arriba y luego me resultaba imposible encontrar lo que fuera que estuviera buscando. Mi armario de tres puertas no permitía meter más ropa y tenía libros acumulando polvo en mi estantería que ni tan siquiera había abierto.

Los fines de semana nos íbamos a cenar en familia a buenos restaurantes y de vez en cuando nos íbamos de vacaciones a sitios lujosos y alucinantes.

Teníamos montones de cosas, me sentía privilegiado, pero recuerdo que mis padres trabajaban muchas horas y a menudo estaban cansados a la hora de cenar. El nivel de vida que teníamos les ocupaba mucho tiempo que tenían que dedicar a los asuntos que les llevaban a mantener todo eso. Yo siempre he sido muy reservado e independiente, aun así siempre echaba de menos sentirme más cerca de mi familia. Solía preguntarme si tener tantas cosas les compensaba, si realmente ese modo de vida era el mejor camino para mí, incluso alguna vez en algún enfado de adolescente les llegué a decir que no quería ser como ellos porque no eran felices. Perdonad.

Mi familia, como muchas otras de esta sociedad, era maximalista y yo aprendí de ellos. Empecé a valorar las cosas como algo a acumular, a darle un valor más allá de su utilidad, a otorgarles un poder a las cosas materiales, el apego.

En mi edad adulta querer tener la mayor cantidad de cosas posibles era un comportamiento habitual en mi, cuando me quería comprar algo no lo pensaba demasiado así que al poco siempre acababa por tener todo lo que me había llamado la atención. Evidentemente aquello que había conseguido y que en algún momento había querido tener era un capricho pasajero así que al poco perdía mi interés y me lanzaba a buscar otra novedad a ver si podía conseguir algo nuevo de lo que enorgullecerme y lucir. Al final el resultado era verme con muchísimas cosas que habían perdido mi interés pero a las cuales estaba apegado y no quería deshacerme de ellas. De algún modo sentía que todo lo que tenía era parte de mí, todo aquello que había conseguido poseía una parte de lo que creía mi valor y que yo no sería el mismo sin todo lo que tenía.

Mis cosas eran muy importantes para mi, hasta tal punto que cuando un amigo venía a casa sentía la necesidad de mostrarle lo último que me había comprado buscando su aprobación. Hasta mi ropa tenía un papel muy importante en mi personalidad, creía que lo que vestía hablaba por mí, que lo que llevara puesto era más importante que todo lo demás y que quería verme bien para parecer alguien respetable. Criticaba la velocidad con la que cambiaba la moda y me declaraba abiertamente en contra de seguir los estándares que se llevaban en ese momento, aunque inevitablemente la seguía disimuladamente en secreto, quizá llevado por un miedo subconsciente de no sentirme excluido.

Aprendí en mi entorno que es importante estar a la moda, que es importante parecer una persona que tiene una clase alta y que es importante ser importante.

Víctor Kuppers, un coach conferenciante suele decir en sus charlas "Lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante", pero ¿qué es lo importante en la vida? La familia, el éxito, la salud, la amistad, ¿el amor?, la realización personal...

El Arte del MenosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora