Capítulo XIII

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—Esto es todo, chicos —dijo la maestra de química órganica luego de entregar calificaciones semestrales —a muchos les ayudé con sus notas, pero la verdad es que este grupo se lo merecía, siempre ponía atención. Así que, disfruten sus vacaciones, cuídense mucho y felices fiestas.

Entonces oí cómo la maestra se marchaba, y lo noté más que nada porque las voces se hicieron presentes. Todos comenzaron a platicar.

No vería a Joe durante todas las vacaciones. No podía parar de pensar en eso. Sería casi un mes. Pero podría pasarla con mamá, y eso me ponía feliz.

—Eh, hola, llego tarde, ¿me perdí algo? —preguntó Joe con una voz apenas permisible, estaba muy agitado.

—Reprobaste orgánica —jugué con él.

—¿Que quéeeee? —si se lo tomó en serio.

—Es broma, tonto. Obtuviste 10. Ya deja de llorar —me reí —¿en dónde andabas, impuntual?

—Ah, bueno, en realidad, a ninguna parte —dijo palabras sin rumbo mientras sacaba algo con sumo cuidado de su mochila, Y lo supe porque casi no produjo ruido al hacerlo —por esto —lo colocó en mi manos.

Mis manos no lo podían creer, ese envase en forma de gema preciosa. Ese olor tan característico. El perfume de mamá. Me quedé estupefacta.

—Noté que aquél día que fuimos al hospital, cuando le rociaste perfume a tu mamá, le quedaba poco al envase, y...

—¿Cómo supiste el nombre?, lo volví a guardar en el cajón —quise saber.

—Lucy me lo dijo —sonrió.

Y supe que esa mañana, Joe había ido a ver a mi madre.

Una estrella que no se apagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora