Había pasado un mes desde que Lyrei se había quedado en la cabaña con él.
Ella se encargaba de la cocina y estaba agradecido por el cambio. Todos los días le preparaba un té de hierbas que, según le había explicado, estaba destinado a mantener al niño en su interior y dado que seguía en buenas condiciones de salud, había dejado de desconfiar de cada cosa que le daba.
Ella también tomaba meticulosas notas de todo lo que pasaba para asegurarse de que el embarazo iba por buen camino. Cada síntoma era descrito con el día y el horario en que lo había sentido. Lo mismo que la falta o el aumento de apetito. Si él olvidaba decirle algo, por más ínfimo que fuera, se enfadaba.Tenía que reconocer que eran muy parecidos en eso: Todo tenía que ser fríamente planificado y llevado a cabo tal cual. Y la insubordinación no era bienvenida.
Finalmente, iba a ser que había tomado una buena decisión al llevarla con él.
-Me quedé sin rosa silvestre. –El anuncio llegó desde la puerta de la habitación, así que Loki levantó la vista del libro de medicina que tenía en las manos para mirar a la elfa.
-Yo iré. –Puso el libro en mesilla y amagó a bajar los pies de la cama.
-No quiero que montes. –Reconoció el tono autoritario. Lo había usado cada vez que él se negaba a beber o comer algo que ella le preparaba.
-No saldrás sola.
-Llevo aquí un mes, no confías en mi? –Su tono fue frío.
-No cuando de salir se trata. –Respondió simplemente.
-Entonces por qué te bebes lo que te doy? –Su vista se disparó hacia ella.
-No puedo confiar en que volverás.
-Acaso he intentado escaparme? –La mujer se cruzó de brazos, el ceño tan fruncido que sus cejas se encontrarían en medio en cualquier momento.
-Puedes estar engañándome.
-Claro. -Soltó una risa. –Engañar al dios del engaño.
-Aun así, no te irás.
Ella resopló y, sin decir palabra, dio media vuelta y abandonó el cuarto. Un momento después, escuchó la puerta abrirse. Alzó la voz.
-Te freirás. –La puerta se cerró y Loki sonrió con satisfacción solo para fruncir el ceño un segundo después. Se puso de pie ante la falta de sonidos y se acercó a la ventana que daba al establo. Lyrei estaba sacando el caballo.
Que incordio. Iba a necesitar otra sanadora. Y otra bestia.
La observó montar con la gracia de las amazonas que la caracterizaba y espolear al animal, que salió disparado.
La barrera se extendía unos cien metros desde la casa, así que en un par de minutos, chocaría contra ella y sería su fin.Los segundos pasaban, y ella se acercaba peligrosamente al límite de la propiedad.
Loki tragó saliva.
Un sentimiento extraño se asentó en su vientre, así que lo acarició.
Un poco más, y estaría muerta.
Un retortijón le estrujó las entrañas.
Lyrei casi estaba ahí...
Deshizo el hechizo con un movimiento de la mano y la jinete pasó limpiamente. La observó hasta que se perdió entre los árboles. El rostro de su madre volvió a su mente, superponiéndose al de la mujer a la que acababa de dejar ir. Todas las mujeres de su vida desaparecían de un modo u otro...
Dibujó círculos en su vientre con la mano. Su pequeñito lo había vuelto blando...
Se dirigió a la cocina y atacó la comida que la elfa había dejado preparada. Pensar en encontrar otro pueblo le revolvía el estómago, así que apartó la idea de su mente. Luego se preocuparía por eso.
Sentado junto al fuego, miró por la ventana. Casi podía ver la silueta de Lyrei alejándose de la cabaña que habían compartido. Podía intentar hacerse cargo de sí mismo por un tiempo. Después de todo, había visto el libro de notas de la mujer en la cocina y junto con el libro de medicina que aún quedaba en su poder, tal vez no necesitase a nadie más.
Pero... Y si algo pasaba? Y si el embarazo se complicaba y su niño no llegaba al mundo?
No podía imaginar una realidad en la que él no diese a luz un pequeño sano y fuerte que llenase su futuro de esperanza... Simplemente le desgarraba el corazón. Pensar en que su hijo no nacía le dolía físicamente y le provocaba taquicardias...
Taquicardias...?
Mierda.
Su corazón estaba latiendo a mil por hora. Eso no era bueno para su bebé...
Cerró los ojos con desesperación y pensó en los ejercicios de respiración que la sanadora le había enseñado. Como eso solo le provocaba más ansiedad, imaginó a Thor.
Conociéndolo, Thor estaría sumamente preocupado. Muy probablemente mandaría a llamar a la matrona, y mientras ella viniese, lo obligaría a acostarse. También se recostaría a su lado y lo calmaría con palabras dulces y voz suave.
Le aseguraría que su hijo estaba bien y secaría sus lágrimas de miedo.
Thor, su fuerte y valiente Thor lo apoyaría y amaría...
Lo imaginó hablándole a su hijo, con la cabeza apenas apoyada en su vientre. Prácticamente escuchó a su hermano diciéndole al pequeño que se quedase tranquilo, que sus padres iban a cuidar de él y que nada malo le pasaría nunca...
Frigga llegaría con la matrona y le acariciaría la frente, susurrando palabras de cariño para él y su nieto.
Y todo estaría bien.
Y serían una familia por fin.
Y todo... Estaría bien...
Con una última respiración honda, abrió los ojos. Su ritmo cardíaco se había normalizado, pero había dejado una sensación de mareo y nausea que no podía ignorar. Se puso de pie con cuidado y se dirigió al cuarto con la intención de llegar al baño y devolver el almuerzo.
En cuanto dio un paso, el mundo dio un violento vuelco y su vista se ennegreció.
Apenas fue consciente de cubrirse el estómago antes de golpear el piso.
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Un último engaño.
RandomLoki, Dios del engaño. Un título vacío. Un trono que no alcanzará. Un pueblo que lo rechaza. Un encuentro fortuito le abrirá los ojos y lo llevará a tomar una decisión que repercutirá en la vida de todos los involucrados.