-Thor... -Loki estaba de pie frente a él, completamente desnudo.
-Hermano? –Su polla endureció ante la visión. El dios del trueno estiró la mano para tocarlo, pero él retrocedió.
-No, no puedes tocar. –Sonrió y se relamió lascivamente. –No puedes tenerme. –Mientras hablaba, comenzó a acariciarse. –Nunca vas a tenerme...
-Loki, no. Ven aquí. Ven conmigo. Volvamos a casa, por favor. –Su hermano rio con ganas.
-Contigo? Volver contigo? Por qué haría eso? Estoy bien aquí.
-No, no es así, ven-
Manos que brotaban de la oscuridad a espaldas de Loki interrumpieron a Thor. Aquellas manos se unieron a las suyas y comenzaron a recorrer su cuerpo. El dios del engaño gimió.
-Loki! Deténganse! Déjenlo!
Los hombres a quienes pertenecían quedaron en la zona iluminada. Estaban igual de desnudos que su hermano. La sangre de Thor hirvió de ira mientras los observaba besando y manoseando a la persona que él amaba.
-Déjenlo! –Trató de arremeter contra ellos, pero estaba inmóvil en el lugar, atado con invisibles cadenas que pronto le laceraron las muñecas.
-Tú no puedes tenerme...
Lo observó doblarse bajo las manos de uno de aquellos sujetos y tomar la polla de otro en la boca mientras se lo follaban por detrás. El tercero se metió debajo de Loki y comenzó a mamársela.
Gritó. Gritó con toda la ira que tenía dentro, en un estallido de rayos incontrolable. Y en cuanto pensó que no podía ponerse peor, los tres tipos sacaron dagas.
-Loki! Loki cuidado!
Su hermano interrumpió lo que estaba haciendo para observarlo con una sonrisa. Al momento siguiente, su sangre se derramó como una cascada. El líquido vital manchó el piso y a los hombres, que comenzaron a reír.
-Hijos de puta... -Gruñó Thor. –BASTARDOS HIJOS DE PUTA!
Esta vez, las cosas que lo ataban cedieron bajo su furioso embate. En tres zancadas estuvo junto a los tipos, partiéndole la nariz de un puñetazo a uno, pateando a otro en el estómago y tomando al tercero del cuello, listo para rompérselo. Sintió con claridad la tráquea del sujeto bajo su mano y apretó con fuerza creciente y un grito ininterrumpido.
-Th- Tho-
Los labios del hombre se movieron, y como era capaz de hablar, era capaz de respirar. Apretó más.
-Heim- Heimd- -Thor sonrió. El rostro del hombre estaba pasando del rojo al purpura. El destello del metal y el dolor punzante en el antebrazo lo sorprendió lo suficiente como para aflojar su agarre. En cuanto se vio libre, el tipo gritó. –HEIMDALL!
La realidad de Thor cambió por completo. Hacía un segundo estaba en una habitación oscura, quitándole la vida a uno de aquellos bastardos, y ahora estaba en la Sala del Bifröst, con la cara apretada contra el piso, el brazo derecho sangrando copiosamente, y Hogun sobre su espalda, inmovilizándolo. El rostro de Heimdall apareció en su campo visual. El guardián lo observó seriamente.
-Creo que ya está despierto.
-Me alegro, pero no lo soltaré. –La voz de El Severo sonó rasposa, como si hubiera tragado arena. –Casi me mata.
Qué? Se revolvió, pero solo consiguió que Hogun afirmase más su presa. Resopló, incapaz de mantener el aire en los pulmones a causa de la presión.
-Hogun? Heimdall? Qué... -Demonios, el guerrero pesaba. –Qué pasó?
-De verdad eres tú? –Qué demonios quería decir con eso?
-Sí.
-Si te suelto te me vendrás encima como un demonio furioso?
-Qué...? No!
En cuanto su amigo se levantó y pudo respirar, metió todo el aire posible a sus pulmones.
-Thor, desde cuando eres sonámbulo? –Preguntó Heimdall.
-Yo no soy sonámbulo.
-Ah, no? Pues qué bien.
El dios volteó a ver a El Severo y toda la sangre se le fue a los pies. Estaba sudado, tenía una mano claramente marcada en el cuello, y en sus ojos habían explotado venitas, inyectándoselos en sangre.
Él...
Su sueño...
-Hogun... -Dijo con un hilo de voz. –No sé qué pasó... -Bueno, si lo sabía, estaba teniendo una de sus pesadillas. Pero no podía decirle eso o le impedirían volver a salir.
-Está bien. Pero no volveremos a Svartalfheim.
-Bien. De acuerdo. –Accedió. Volteó a ver a Heimdall. –A Alfheim, por favor.
-Thor... -El guardián negó. –De verdad crees que...?
-Por favor. Por favor. Debo encontrarlo cuanto antes. Por favor, Heimdall.
Los dos hombres intercambiaron una mirada preocupada antes de volver a mirarlo.
-Thor... Creo que deberías tomarte un descanso. Hogun...
-NO! Siento que estoy cerca, por favor, por todos los cielos! Hogun puede quedarse, Alfheim es gobernada por mi abuelo, estaré bien, por favor.
Hogun se cruzó de brazos.
-Es verdad, Frey está allí. –Terció.
Heimdall suspiró.
-Bien. Pero los estaré viendo.
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Un último engaño.
RandomLoki, Dios del engaño. Un título vacío. Un trono que no alcanzará. Un pueblo que lo rechaza. Un encuentro fortuito le abrirá los ojos y lo llevará a tomar una decisión que repercutirá en la vida de todos los involucrados.