Parte Cinco : Declaración

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Después de que los rumores se esparcieron, se me hizo difícil hablar con ella. Siempre buscaba la forma de evadirme y trataba de no tener contacto visual conmigo. Era obvio. Sabía que me gustaba o eso creía. No sabía qué pensaba sobre mi. Seguramente no me creía o imaginaba que lo había dicho para causarle problemas y no fue así. El festival deportivo me resultó aburrido y se me pasó volando. Cuando arrancó la primera semana de verano, sabía que las cosas se empeorarían, ¿por qué? No nos veríamos por un tiempo. O eso fue lo que pensé.

Boruto siempre fue muy astuto para armar citas dobles. Bueno así le llamaba yo. Porque se seguía negándose a aceptar que Sarada le gustaba, y se la pasaba baboseando por ella todo el día, solo que no se daba cuenta porque ponía la excusa de que eran amigos de la infancia. La cuestión es que ese día estábamos haciendo nuestra tarea en su casa cuando recibió un mensaje de Sarada.

—Quiere que vayamos al festival—soltó un suspiro—. Se suponía que iría mi hermana también...—se arrojó a la cama y esbozó una sonrisa—. Mitsuki, ¿quieres ir? Chouchou también irá.

Le sonreí. Acepté la propuesta porque tendría una posibilidad de aclarar todos los malentendidos y no quería que ella me ignorara por el resto del año lectivo. No iba a permitirlo. Le dejaría en claro mis sentimientos por ella. En algún momento se tenía que enterar, ¿no es así? El día del festival no sabía qué ponerme. Decidí por ponerme una Yukata, después de todo, sería un festival y quería lucir bien frente a ella. Mi padre se retiró antes que yo y al verme bien vestido, me preguntó:

—¿Adónde vas, Mitsuki-kun?

—Iré a un festival con amigos—le sonreí. Tomé mi teléfono celular y me retiré.

No hablábamos mucho. Solo se quedaba unos días y después se iba a otro viaje por trabajo. Por eso que no teníamos buena relación. Después de que mamá desapareciera de nuestras vidas, él se alejó de mí más de lo que quise, nunca le di importancia. Siempre fui solitario y me acostumbré a ordenar mi vida solo. No necesitaba de sus cuidados. Cuando me gradúe del bachillerato todo sería mejor, porque me iría a estudiar lejos de Konoha. El lo entendía muy bien. Sabía que era responsable y muy inteligente, por mis notas, podía entrar a cualquier universidad.

Nos encontramos en la entrada al templo budista. Boruto estaba acompañado de su hermana y también de Sarada. Ellos estaban discutiendo. Al parecer le hacía bromas pesadas, sobre sus gafas rojas y su yukata. En uno de los forcejeos, ella trastabilló y cayó al vacío, Boruto alcanzó a sujetarla. Noté que luego le dio un buen golpe en el abdomen y se apartó roja como un tomate. Me acerqué a Himawari para susurrarle:

—¿Qué piensas?

—Que son unos tortolitos y no se quieren declarar—dijo en tono burlón.

—Pienso igual—sonreí.

Me detuve cuando noté que ella subía las escaleras. Llevaba una hermosa yukata de color blanca con detalles en negro. Debo admitir que le quedaba fantástica. Resaltaba su figura femenina, su cabello estaba atado en un rodete y sus labios parecían pintados de una manera delicada. Se veía preciosa. Sarada se incorporó a su lado y enseguida la presentó con Himawari. Las chicas se quedaron hablando. Chouchou pretendía ignorarme toda la noche. Estaba claro. Bajé la mirada dolido. Boruto sujetó mi hombro con fuerza y volteé hacia él sorprendido.

—Supongo que te haré el aguante y tendrás que declararte—me guiñó el ojo.

—Tu deberías hacer lo mismo—dije ocultando mi risa con la manga de mi yukata. Boruto me golpeó.

—¡No digas tonterías! ¡Ella es mi amiga!—se sonrojó.

—Si sigues esperando, nunca pasará nada entre ustedes y serán amigos hasta que sean ancianos—me reí.

Ojos Almendras  (MitsuChou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora