o n c e

198 43 1
                                    

Levi se encierra en su estudio, audífonos puestos, guitarra en manos, libreta frente a él. Afuera cae una llovizna que apenas deja humedad en las calles pero que baja la temperatura considerablemente. Y Levi puede jurar que una tormenta está por desatarse.

Ha tenido un sueño extraño y no puede volver a dormir.

Se encontraba en el verano de su adolescencia, manejando una bicicleta robada a lo largo de la carretera. Los rayos del sol caían sobre sus brazos, el viento le golpeaba la cara y despeinaba sus cabellos. Eren iba tras él, estirando los brazos cuando largos eran y reía. Reía con fuerza. A lo lejos podía ver el horizonte, donde el océano se extendía infinito. Levi sonreía.

"Te escuché tocar, traje café" Eren se acerca y toma un banco para sentarse muy cerca de él. Enreda sus largos dedos en su propia taza y bebe, soplando con suavidad el humo antes de hacerlo.

A Levi le toma un par de segundos más volver a la realidad.

"Nadie toca la guitarra en la forma en la que tu lo haces." Eren dice.

Levi le mira con el ceño fruncido.

"Es un cumplido."

"¿Extrañabas escucharme tocar en las madrugadas?"

"Por supuesto." Eren dice y vuelve a beber. La ironía en su voz... Levi la odia. Levi vuelve a concentrarse en lo suyo, toca un par de acordes, escribe, tacha, vuelve a escribir, toca una vez más, no le gusta. Levi es en realidad un cabrón también.

"Había comenzado a olvidarme de ti."

"¿Qué estás...?"

"Como que esta vez te extrañé menos que la última vez."

Eren es quien frunce el ceño está vez. Levi no gira verlo temiendo la verdad sea expuesta.

"Te fuiste ocho meses"

"Siete y quince días."

Levi gira a verlo por fin. Eren luce impasible, la misma mirada muerta e indiferente que le regalo cuando le abrió la puerta algunos días atrás, y que le ha acompañado desde hace algún tiempo. Pero está nervioso, Levi puede verlo en sus ojos, en la forma en la que su voz se ha hecho más suave.

"Levi."

Levi no le deja decir nada más. Toca los acordes con fuerza, ignorando la necesidad de refugiar en sus brazos al niño de quince años que conoció. Pero no tiene que soportarlo mucho, Eren la abraza por la espalda, escondiendo su rostro en la unión de su cuello. Levi suspira. Alivo. Dolor. Levi gira el rostro para buscar los labios de Eren, no los besa, besa su mejilla, su oreja, su mandíbula, tan suavemente que siente el cuerpo de Eren estremecerse.

Esto es exactamente lo que son.

NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora