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Después del indeseado llanto en el lomo del animal, Steve se levantó como pudo y secó rápidamente sus ojos. Todo esto bajo la atenta mirada del lobo.

- No digas que estuve llorando. Si Nat se enterará me mataría... probablemente.- dijo Steve después de una risita.

Él perro solo movía la cola de un lado a otro.

- Que tontería, ni siquiera me entiendes.

Como se equivocaba. El lobo le entendía perfectamente. Y es eso cuando el humano dijo aquello, dejo de mover la cola y bajo sus orejas mientras encogía un poco su cuello, en posición de tristeza.

Steve lo notó.

- O sí, yo que sé.

Después de un grave suspiró, se sentó en una de las sillas que se encontraban ahí puestas en el porche.

Ahí estaban por petición de Nat, para intentar que, a diario, se juntaran los tres de la casa para ver el amanecer con una buena taza de café. Listos para comenzar el día. O al contrario, ver el atardecer con la simple compañía y la risa de los demás.

Actualmente había cuatro sillas, para cada integrante de la casa. Solo que uno ya no está entre ellos. Bucky. Decidieron dejarla porque él jamás se iría de su lado.

El caso, Steve se posó en el mueble. Con los brazos dejándolos caer por los lados, las piernas abiertas y la cabeza echada hacia atrás.

Estas situaciones conseguían cansarlo demasiado. Aunque a veces no tenía más opción que desahogarse y echarlo todo fuera. Pero también le ayudaba estar en este ambiente, el haberse alejado de la ciudad e irse a la montaña a vivir a sido una de las mejores ideas que tuvo en su vida. Mas ahora, le dolía bastante. Le duele tener tantos recuerdos con Bucky en este lugar.

Pero no podía decir que el lugar no fuera bonito, pero sobretodo silencioso. Algo que él necesitaba siempre. Ahora mismo solo se escuchaban algunos pájaros cantando y el aliento del lobo.

Aún así, Steve se quedó mirando el paisaje hasta que escucho movimiento por parte de su ahora compañero canino. El cual simplemente, y como pudo, se subió a una de las sillas que estaba al lado del rubio y se sentó en ella.

Silla la cual en su momento perteneció a Bucky.

Steve miraba cada acción del animal hasta que se quedó quieto.

Este susurró un simple "wow" mientras no podía evitar sonreír de lado. Y después suspiró.

Tuvo el valor suficiente de alargar la mano hacia el contrario y acariciarle la cabeza, el otro solo se dejo.

Mientras, desde la ventana dos adultos miraban la escena completamente enternecidos.

Lobo Blanco  ~Stucky~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora