Crece.

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Balthazar despeino los cabellos de Castiel. El ángel pequeño, sentado sobre el pasto del jardín, esperaba a pocos metros de la puerta. Levantó la mirada para encontrarse con la sonrisa pícara del mayor y lo vio sentarse a su lado.

- ¿Qué haces? – Interrogó el rubio.

- Esperar a Gabe. – Respondió el menor, apoyando su cabeza en sus manitas.

- ¿Otra vez falto?

Cas asintió. Parecía muy triste y a Balthy no le gustaba ver a su hermanito así.

- Seguro está ocupado ahora que es un arcángel grande. – Intento buscar una explicación que no doliera tanto al ángel. – Cuando se desocupe volverá a jugar con nosotros.

- ¿Tú crees? –

- Sip. – Sonrió, levantándose y tomando la mano del morocho para guiarlo hacia los juegos. – Vamos a jugar ahora, solo es una vez por semana, Cassie.

Castiel se dejó llevar por su hermano, no sin antes darle un último vistazo a la puerta, que no había dado entrada a ningún arcángel en días.



Aislados en ese recinto, los ángeles no tenían ni idea de lo que acontecía en el cielo. Dios luchaba contra el estrés constante y sus hijos intentaban hacer lo posible por ser un apoyo. Reunidos en el trono, discutían sobre el tema del segundo hijo. Lucifer había estado comportándose como un niño tirando sus juguetes para llamar la atención, aunque lo que hacía en realidad, era destruir cosas de la creación de Dios al azar. El proyecto de Adan y Eva también había sido saboteado y los humanos en la tierra eran un blanco fácil para el arcángel.

- ¡Tenemos que hacer algo ahora! – Chuck presionaba a sus hijos y así mismo, con el tiempo pisándole los talones.

- Puedo encargarme... - Acepto su deber de hermano mayor, Michael.

- No, no Mike. – Negó su padre. – Lucifer y tú acabarían haciendo un desastre en mis universos y matándose. – No era una opción para Dios.

Gabriel jugaba con una paletita, fingiendo que no le importaba, cuando la preocupación realmente le carcomía.

- Acelerare el crecimiento de los ángeles para que protejan a los humanos. – Sentenció Dios, llamando la atención completa del arcángel menor.

- ¡¿Qué?! No, eso no. – Intervino, parándose de un salto hacia su padre.

- Aún hay mucho que deben aprender... - Se opuso Michael.

- Son niños aun, padre. – Dijo Raphael.

Chuck asintió, consciente de todo ello.

- Protegerán a los humanos mientras encuentro otra solución para Lucifer. – Explicó.

- ¡¿Vas a enviarlos allí a que se los coma el lobo por tus malditos humanos?! ¡¿Darles una espada a un grupo de niños y empujarlos a luchar sabiendo que van a perder?! – Se rebelo Gabriel.

- ¡¿Qué otra cosa se te ocurre?! ¡¿Chasquear los dedos y matar a tu hermano?!

- ¡Deshazte de los humanos!

- Son una civilización inteligente para este momento. – Replicó Raphael, defendiendo el punto de Dios.

Gabriel volteó a ver a Raphael, sintiéndose estúpido por creer que el mayor sentía algún aprecio por los niños. Michael esquivo su mirada.

- Acelerare el entrenamiento entonces. – Acepto Mike. – Estarán listos lo más pronto posible.

- No voy a quedarme a ver esta masacre. – Los ojos de Gabe se llenaban de furia y lágrimas con cada palabra que escuchaba.

- Márchate entonces. – Ofreció el primogénito. – Debilitaras a Castiel si te ve dudar.

- ¡Me lo llevaré! – Buscó salir de allí, pero Michael le detuvo.

- Deja al ángel en paz, Gabriel. No lo repetiré.

Los ojos del mayor le quemaban. Se deshizo de su agarre y  corrió a encerrarse en su cuarto. 

La caída del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora