Objetivo.

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Las puertas del cielo fueron cerradas por tiempo indeterminado, y Michael no dijo porqué Dios decidió hacer eso. Solo tenían permiso de salir los Doble A y con una misión justificada. Los ángeles intervendrían solo cuando fuese necesario o concerniere por completo al cielo.

- Ellos nos necesitan.

- Ellos aprenderán a defenderse solos, Castiel. – Replicó Michael.

Su padre no daba más presencia que no fue a través de comunicados que Mike daba. Las cosas se habían centrado más en la aburrida administración de las almas humanas, pero la paz de la guerra era agradecida. De Lucifer no se hablaba ni debía ser nombrado. Los arcángeles que quedaron se apartaron lo más posible de los ángeles, convirtiendo en un gran suceso verlos pasearse por los pasillos del cielo.

El tiempo pasó demasiado rápido. Samandriel se convirtió en un Doble A también, enorgulleciendo a su hermano mayor. El chico era inocente y curioso, pero a la hora del enfrentamiento, eficaz.

- Quiero ir en tu próxima misión también. – Pidió recién llegado de la tierra.

Justamente era lo que Castiel estaba revisando en los papeles. Paso a la computadora, con la pantalla que abarcaba toda la pared; intentando confirmar lo que creía haber leído. Tecleó un par de cosas y el informe de su objetivo se reveló ante él.

- No esta vez, Samandriel.

El menor estuvo a punto de reclamar, pero al notar el tono de voz del otro, se giró hacia la pantalla. La fotografía de un humano con sus características generales a un costado era toda la pantalla, exceptuando las letras rojas que enunciaban "IMPORTANTE". Más abajo se redactaba la misión con más especificaciones.

- Tengo que ir al infierno. – Pronunció Castiel.

Sammy había estado intentando convencer a Cas de rechazar esa misión. El viaje al infierno no tenía regreso y era sabido por todos.

- Sammy, somos soldados y...

- Nacimos para morir. – Completó con pesar. – Pero no quiero que mueras.

- Dios necesita de mí, no puedo negarme. –

El rubio vio a su hermano colocarse la armadura, sintiendo en su corazón que sería la última vez que lo vería.

- Promete volver. – Rogó.

Cas beso su frente antes de pasar a su lado y marcharse por el pasillo hacia la salida del cielo. El morocho no mentía, y no iba a prometerle algo que no estaba seguro de cumplir.

Cinco hombres seguían sus pasos, seleccionados como los mejores ángeles. Las puertas se abrieron y Cas saludo con un simple gesto de su mano a su hermano menor.

Castiel se colocó al frente, justo en el límite de la puerta. Cerró los ojos y se dejó caer. Su equipo le siguió.

Fue fácil entrar al infierno, el punto era no llamar la atención. Sus enormes alas y su aspecto en general, eran alarmas evidentes para los demonios. Lo principal era no ser visto, y quien los viera debía morir en silencio. Se dispersaron como lo tenían planeado, la estrategia se ponía en acción. El objetivo de Castiel: Dean Winchester. 

La caída del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora