La criada entró y miró precavida alrededor, en el servicio era sabido que la señorita Ariadna era la mejor patrona del mundo, mucho mejor que esa sucia mujer y la hija que trajo consigo, pero desde que la pequeña Carla entró en aquel lugar endemoniado y había visto las cosas que flotaban en aquellas aguas viscosas y los olores maliciosos no se atrevían a entrar allí y en su cuarto con precauciones previas. Suspiró al ver que no había nada fuera de lugar y miró con temor a aquella puerta que debería haber sido un vestidor. Se acercó a la cama y sonrió al ver la cara angelical de aquella muchacha, si su padre no fuera tan ciego quizás ya estaría casada y gestando su primer hijo.
- Señorita- la movió suavemente sin querer despertarla con violencia- señorita... su padre quiere hablar con usted, por favor despierte.
Ariadna hizo como si despertara, había hecho tantas veces aquella pequeña actuación que ya era muy creíble, se removía como si se resistiera a despertar, estiraba su cuerpo y abría primero un ojo y después volvía a cerrarlo como si le costara mantenerlo abierto. Se removía durante un par de segundos y después ya empezaba a abrir los ojos y a mirarla mientras fruncía un poco la nariz. No era del tipo de persona que pagara sus frustraciones con el servicio como solía hacer su madrastra o su hermanastra... aunque ellas lo pagaba con cualquiera no solo con ellos, así que gritó ni se quejó porque interrumpiera su sueño cuando todos pensaban que había pasado la noche en el laboratorio.
- Buenos días...- murmuró intentando imponer en su voz la ronquera que siempre tenía recién levantada.
- Buenos días señorita, disculpe que la moleste pero su padre quiere verla, la espera en su despacho- comentó mientras la destapaba y colocaba las mantas a los pies de la cama- ¿Desea que la ayude a vestirse?
- No por favor... déjeme sola- respondió mientras se sentaba y bostezaba echándose el pelo hacia atrás suavemente.
Ella asintió y se marchó tras dedicarle una reverencia suave... jamás se había sentido tan aliviada al ver salir a alguien de su cuarto. Rápidamente bajó de la cama y corrió hacia la puerta que había cerrado hacía apenas unos segundos ante la cara de Mathew que en ese momento miraba de forma fija las muestras conservadas que tenía en tarros a lo largo de una estantería y alargaba su mano para tocarlas, apenas separaba el cristal de sus dedos unos centímetros cuando se volvió sobresaltado hacia la puerta.
- ¡Juro que no he llegado a tocarlos- se defendió apartando rápidamente la mano lo que consiguió que ella frunciera el ceño y le hiciera un gesto con la cabeza para que saliera del cuarto.
Tras darle una última mirada a todos aquellos artilugios que mantenía allí salió despacio, tendría que volver para averiguar cuáles eran esas cosas, no había identificado ni la mitad de ellas y desde luego no iba a quedarse con la intriga. El lugar era algo siniestro, así que entendía por qué nadie entraba en aquel lugar aparte de ella, iba a marcharse cuando sintió que ella le agarraba el brazo y le guiaba hacia la cama sacando un botiquín que había debajo de esta para subirle la manga y ver la herida. Rodó los ojos al reconocer las astillas de madera en la piel ajena y se dedicó a sacarlas con sorna, presionando quizás con demasiada fuerza para que sintiera dolor, por colarse en el interior de su casa como si fuese la propia.
- ¡Auch mujer! ¡Lo haces a propósito! Eso duele como el infierno- gruñó mientras se rascaba la cabeza con su mano libre.
- Oh disculpa... el señorito no aguanta que le desinfecten una pequeña herida- respondió mientras rodaba los ojos un poco aunque sabía que tenía que dolerle un poco más de lo normal seguramente.
- Vamos Ariadna, sabes que me quieres- comentó mientras alzaba una de sus manos para colocarla sobre su cintura e intentaba acercarla un poco más, colocándola entre sus piernas de tal manera que estuviera lo más cerca posible a él.
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Mucho más que una dama
RomanceEn un momento en el que la mujer era considerada poco más que un objeto decorativo, Ariadna está decidida a convertirse en el mejor médico de Londres. Disfrazada de hombre trabaja como doctor en los bajos fondos de la ciudad con tanto éxito que su f...