Capítulo 4 parte 2

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Sentía como los cálidos dedos de Mathew subían por su garganta y pequeños escalofríos la recorrían mientras la piel se le ponía en punta, todos los nervios saltaban ante el contacto de ese hombre que la traía de cabeza y que hacía que todo su mundo se tambaleara. Había intentado apartarlo de todas las maneras que sabía, incluso se había negado a verlo cuando una parte de ella quería hacerlo por alguna razón que no entendía, sus atenciones la hacían sentir pequeñas mariposas en la base del estómago... quizás era la única persona que conocía que la trataba como una dama a pesar de su aspecto o de lo que hiciera por las noches.

Perdida en los ojos un tanto nublados de él no se dio cuenta de que la estaba arrastrando lentamente hacia abajo, juntando sus caras... hasta que su aliento le dio en la nariz y una arcada le subió desde el estómago, su boca olía como una cloaca. Intentó apartar su mano pero no fue capaz así que utilizó la propia para tapar sus labios y evitar así que la besara, no iba a permitir que sus labios tocaran los de un borracho que acababa de vomitar, puede que tuviera el estómago fuerte al ser médico pero no tanto.

- No voy a dejar que me beses- gruñó intentando apartarse.

- ¿Por qué?- preguntó él frunciendo el ceño.

- Porque no es correcto, porque cualquiera podría entrar y porque te huele la boca como si hubieras comido huevos podridos- alzó una ceja y cuando se dio cuenta de que tenía razón la soltó y ella se apartó tomando aire profundamente para remplazar el pestilente que se le había colado dentro.

- Lo siento, no estoy en mi mejor momento- comentó él mientras la agarraba de la muñeca para evitar que se apartara del todo- por lo menos dime que no diste nada a Raoul que no me hayas dado a mí- no quería ni un solo beso de otros en sus labios, pero si no habían tenido nada más podría soportarlo... o de eso se había convencido.

Ella suspiró mientras cerraba los ojos y se soltaba de él de un tirón para después levantarse y colocarse despacio la camisa, así le daba tiempo para pensar en una respuesta adecuada ¿Debía decirle la verdad o decirle que no era de su incumbencia? la segunda opción era la que más la atraía pero sabía que eso haría que él se pusiera de esa manera de nuevo y cómo médico no podía permitirlo... incluso en su cabeza sonó falsa esa respuesta. Negando con la cabeza ante sus propios pensamientos una media sonrisa se formó en sus labios mientras se colocaba la chaqueta abrochaba mirando sus dedos trabajar.

Él sentía que los momentos se le hacían eternos mientras veía como ella se tomaba su tiempo en recomponer su imagen, lo había dejado todo por ir a salvarlo, pero sabía que lo haría por cualquiera así que eso no llenaba su ego y sonaba mezquino pero necesitaba que ella le dijera o le insinuara que él era especial de alguna manera. Le estaba matando verla de esa manera, cuando sonrió perdida en sus pensamientos aún en medio de las brumas de la borrachera que aún permanecía sentía como sus puños se cerraban con fuerza y deseaba agarrarla y besarla hasta dejarla sin sentido, ella tenía que ser suya o de nadie más, ningún otro hombre la apreciaría como él lo hacía. 

- Raoul...- le miró y disfrutó con la expectación y la tensión den la cara ajena- sólo es un amigo, es como mi hermano, los gitanos me han ayudado mucho desde que empecé a trabajar como médico y curé a su HIJO- recalcó la última palabra-, además su MUJER me tiene en mucha estima y siempre me trae presentes de sus viajes- respondió alzando una ceja y tomando su maletín y su gorro. 

 No iba a dar explicaciones y mucho menos a él porque no se las merecía, Mathew se había metido por su propia cuenta en su ya complicada vida así que no podía saber cómo iba a acabar aquello pero no le importaba. Suspiró mientras empezaba a subir por las escaleras lentamente hacia el cuarto del duque anciano, esta vez no se encontraba en la cama sino de pie delante de una estantería con muchos libros leyendo por encima las páginas de algún volumen medio olvidado por el tomo de polvo que podía advertir en él.

Mucho más que una damaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora