Mathew se sentía como un completo idiota, después de toda una noche de dormir como si hubiera muerto en su cuarto, una mañana que pasó entre siestas y dolor de cabeza, estaba tomando un tentempié por la tarde recordando lo que había pasado y chasqueó la lengua. Su padre le miró y se tragó las ganas de reír con un trago de su té caliente, desde que recibía las atenciones de Ariadna se sentía mucho mejor y podía dedicarse a presionar a su hijo para que sentara la cabeza de una vez, aunque algo le decía que habría que hacer demasiado esfuerzo.
- Así que... anoche decidiste probar ese caro Wiski que tengo guardado para ocasiones especiales- comentó mientras partía una tostada y su hijo gruñía- la señorita Ariadna no parecía muy contenta... ¿De quién me dijiste que era hija?- preguntó como si nada.
- De un Marqués papá- respondió mientras miraba entre hambriento y asqueado la comida, tenía hambre pero sabía que si comía cualquier cosa lo vomitaría todo- no me hagas pensar...
- Y... ¿Qué haces que no has pedido su mano todavía? -miró a su sorprendido hijo sobre la taza- ¿Qué? chicas como esa no se ven todos los días hijo, hay que aprovechar las oportunidades o se pierden. Siempre te he dicho que quiero para ti una compañera de peleas, no una sumisa, y creo que no hay nadie mejor que ella, además si no me equivoco te gusta bastante- se llevó un trozo de beicon a los labios.
Parpadeó un par de veces pensando que quizás el alcohol estaba todavía haciendo mella en él, no podía ser que su padre le hubiera dicho eso. Desde que había cumplido los veinticinco había llenado de sutiles referencias al matrimonio cualquier charla que tuvieran entre ellos, pero eso había sido una declaración de intenciones en toda regla: quería que se casara con Ariadna y a poder ser lo antes posible. Alzó una ceja mientras le miraba y tomaba un trago de té, mal hecho, una arcada subió rápidamente por su garganta y estuvo a punto de echar todo. La dejó sobre el plato de nuevo mientras hacía una mueca de asco, era lo que peor llevaba de la resaca, ni siquiera las punzadas en los ojos por la luz y el dolor de cabeza le molestaba tanto.
- Papá... sabes que no soy de tomar decisiones así como así, me pienso todo mucho- respondió mientras se aclaraba la garganta.
- ¿Qué hay que pensar? por cómo te comportaste cuando enseñó lo de su brazo estás más que dispuesto a tenerla bajo tu cuidado y si algo está claro es que con ella jamás te vas a aburrir- respondió mientras tomaba un poco de huevos revueltos.
- ¡Para de comer por dios papá! Voy a echar hasta mi primera comida- gruñó mientras se frotaba los ojos.
- Si no te hubieras emborrachado hasta el punto de que casi mueres y la única mujer que de verdad vale la pena y está preparada para ser tu esposa tuvo que salvarte, lo que inevitablemente ha dejado una mala impresión de ti, por unos estúpidos celos no estarías así... por dios si se ve que esa niña está intacta, le cuesta incluso mirarte a los ojos cuando miente- negó con la cabeza un par de veces y se puso en pie tomando el periódico entre sus manos-. Me voy a descansar que mi "doctor" me lo ha recomendado.
Rio por lo bajo mientras negaba un par de veces y miró como su padre se alejaba, estaba claro que no le gustaba la forma en la que estaba tratando el tema de Ariadna y a él tampoco pero era algo que pensaba solucionar. Siempre había creído que el amor era cosa de poetas, de niños bonitos que no saben cómo engatusar a féminas de otra manera que hablarles de algo maravilloso que en realidad no existe, que el "amor" tan solo era excitación como la que había sentido antes de los encuentros con sus múltiples amantes. Ahora sabía que no era así, aunque tampoco eran maripositas en el estómago y momentos felices y risas, no llegaba de repente ni a primera vista, despacio entraba en la vida de uno y se deslizaba entre las sombras hasta rodearte por completo y no dejarte salida; era obsesivo, dañaba al mismo tiempo que era maravilloso y te hacía mirar hacia el mundo de una manera completamente distinta. Ya no eras solo tú y tu familia, estabas tú, ella y luego todo lo demás que se podía ir al demonio si quisiera, mientras ella estuviera allí y bien nada más importaba.
Se puso en pie y caminó hacia el despacho sacando uno de los folios con el membrete familiar que tenía sobre el escritorio de madera negra, escribió unas frases, lo metió en un sobre y después mandó a uno de sus criados que lo llevara la gran casa de campo que tenía en a unas horas de Londres. Para cazar a Ariadna había que sacarla de su zona de confort, había que acorralarla hasta que no le quedara más remedio que responder a su propuesta de matrimonio con un perfecto sí en sus labios. Sí, quería casarse con ella, pero sabía que si se lo pedía ahora se iba a negar en rotundo. Siguiendo sus instintos se preparó para preparar una trampa, la aislaría de todos y de todo, la llevaría a su terreno y en el momento adecuado atacaría.
Una sonrisa se formó en sus labios solo de pensarlo. Ariadna iba a luchar, a revolverse, a gritar, pero al final se quedaría a su lado para siempre, fiel, segura y suya... sobre todo suya. No es que quisiera que dejara de ser André, ni que se quedara en casa como una sumisa Duquesa, pero le gustaría ser la persona a la que acudiera cuando no estuviera bien, que fuera el único que necesitara y tuviera el derecho de ayudarla.
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PERDÓN POR LA TARDANZA Y LO CORTO, PERO ES EL FINAL DEL CAP Y TENÍA QUE CORTAR AQUÍ XD
¿QUÉ SERÁ LO QUE ESTÁ PLANEANDO MATHEW? ¿QUIÉN ESTARÍA ENVENENANDO A WILLIAM? ¿QUÉ SABE MAMÁ TARINA QUE NO SABEN LOS DEMÁS? LO VEREMOS EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO.
LES QUIERO, GRACIAS POR LEER :)
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Mucho más que una dama
RomanceEn un momento en el que la mujer era considerada poco más que un objeto decorativo, Ariadna está decidida a convertirse en el mejor médico de Londres. Disfrazada de hombre trabaja como doctor en los bajos fondos de la ciudad con tanto éxito que su f...