pienso en tu mirá

el momento

Me es necesario aprender a morir; morir es necesario para mi. Morir cuando me encuentro frente al espejo y se desvanece la verdad de la carne, cuando la crudeza del verdadero ser se hace dueña de mi moral, cuando se alza la voz en el cuarto, cuando ella me sonríe. Ni siquiera el más luminoso de los caminos sería capaz de hacerme arrodillar y suplicar, pues realmente no importan plegarias u oraciones, el momento llegará a mi.

El momento está delante del papel del amante que decide entregar sus labios por momentos y su alma por pedazos.

El momento en que el alma vibra y el corazón se entrega a la suerte en manos de un desconocido, es el momento. El momento en donde sólo importa el éxtasis mayor, en donde vale la pena entregar y perderlo todo, solo por un roce de aquellos labios que consumen la razón y los sentidos.

Los que se aman; amantes de la placidez del agua en calma.

Las estrellas celan el destino de aquellos que se aman, el cielo se torna plateado en la noche esperada por todo romántico empedernido; que algún día llegue a mi, es lo único que pido. Morir bajo los ojos de la fantasía más egocéntrica y dulce de todas debe ser el más exquisito placer, y sentir la cercanía de un corazón que solo espera latir para admirarte, el más sucio y apasionante orgasmo.

Amantes son aquellos confidentes que son capaces de mostrarse vulnerables sin miedo a rasguños o disgustos, amantes son aquellos que sin quererlo, vuelan sobre las caderas del otro. Amantes son unos pocos afortunados que tienen la dicha de embriagarse en el aroma del otro sin miedo a caer, sin miedo a desabrochar su brasier o su camisa, sin miedo a llorar de verdad y desplegar su ser sobre el cuerpo del otro.

El amor es el anfitrión de la fiesta genocida más grande de todas, en donde los amantes se sientan en círculo para jugar a la ruleta rusa mientras que la muerte espera en la puerta.

Cuando el momento llegue a mi, quiero morir bajo sus ojos.