London

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Cuando William llegó a casa de su novia, la mamá de Less, Eleonora Di Vaio, le recibió con una sonrisa algo triste. Y William pudo oler la tristeza y la empatía. No sabía qué ocurría.

Lo supo cuando Less le dijo que a su padre le ofrecieron un trabajo en Londres. Y Will sintió cómo le quitaban una parte de su felicidad.

—¿Te vas a Londres? —la niña asintió mordiéndose el labio, aguantando las lágrimas que seguramente dejaría caer más al rato. William suspiró temblorosamente y abrazó con fuerza a Alessia. La niña escondió el rostro en su hombro y lloró suavemente. Will apretó la mandíbula justo como Derek hacía.

Y a Eleonora y Alessandro Di Vaio se les partió el corazón al presenciar esta escena desde la ventana de la cocina que daba vista al jardín.

—¿Less? —susurró Will. La castaña le miró. A Will se le escapó el aire ante lo bonita que ella era —. Te ves muy bonita... siempre te ves linda.

—Te quiero, Will —ella le dio un beso en la mejilla. El gemelo pudo sentir su corazón acelerarse ante esas palabras.

—Yo te quiero más. Y hablaré siempre contigo. Te mandaré cartas, hablaremos por teléfono, o por mensaje. Encontraremos la forma. Te quiero, Lessi —y ambos volvieron a abrazarse con fuerza.

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William llegó a la escuela con su chaqueta del equipo de béisbol, la de color verde. Le había contado a su papá y a paps-sicle lo de Alessia. Ellos dos le dijeron que le regale algo suyo a Less para que le recordara en Londres, y lo primero que se le vino a la mente fue eso.

Le daba mucha vergüenza admitir que era por celos y territorialidad, pues su instinto le exigía saturar a Alessia con su aroma, y aún más al saber que ella no estaría con él en unas cuantas semanas. Will tenía doce años apenas, pero siempre había sido un poco territorial; sorprendemente, eso lo había heredado más de Stiles que de Derek, pues el humano era bastante posesivo (aún más cuando se trataba de Derek).

Cuando vio a su novia le sonrió, se quitó la chaqueta y la puso en sus hombros. El cuerpo de la niña quedó tapado por la chaqueta. Ella miró sorprendida a Will.

—¿Y esto? —le preguntó ella con una sonrisa tímida. Alessia no quería admitir que la idea de tener algo de William le agradaba bastante, así que escondió su sonrisa dentro del cuello de la chamarra.

—Para que me recuerdes cuando te vayas —fue todo lo que dijo el hombre lobo. Ella, ante eso, dejó salir un resoplido y negó con la cabeza.

—Bobo —le dijo, dándole un leve empujoncito con su hombro y luego poniéndose de puntillas para besar la mejilla de su novio.

—Pero así me quieres mucho —soltó William con altanería y autosuficiencia. Ella le miró con diversión.

—Creído —bromeó la niña—. Ven, tenemos clase, hora de irnos.

Will la tomó de la mano y caminó con ella, disfrutando cada segundo de estar en su presencia, pues en cuestión de semanas, ya no tendría esto.

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—Feliz cumpleaños, Ian —canturreó Parker sin notar cómo las orejas del recién mencionado enrojecían y se calentaban.

—Gracias —balbuceó Ian, aceptando el regalo de Parker y sin dirigirle la mirada.

—¡Feliz cumple! —exclamó entusiasmada Alessia, dándole su regalo, luego abrazándolo con fuerza.

—Feliz cumpleaños, I —esta vez fue William el que habló, yendo a por un abrazo de oso, ganándose en el proceso la risa de Ian, quien aceptó el abrazo.

De los dos gemelos, William era el más táctil, el que siempre buscaba contacto con sus queres queridos. Era bastante gracioso e irónico, pues Parker era el que buscaba estar en contacto con Will cuando eran bebés y ahora Parker era el que menos contacto hacía con la gente, era un poco más arisco. Era extrovertido, claro, pero siempre tenía ese aire de arisco que sólo se iba cuando lo conocías más. Y Will, aunque sereno, tranquilo y amoroso, era ligeramente más introvertido, siempre siendo más protector y selectivo con sus amistades, aunque nunca grosero.

—¿Dónde tienes tu alcohol? —susurró Parker, dándole un suave codazo en las costillas a Ian.

—No hay alcohol, Park. No sé si lo recuerdas, pero estamos demasiado chicos para probar alcohol —le recordó Alessia, escudriñando los ojos, retando a Parker a contradecirla. Pero Parker la quería y respetaba mucho, así que se quedó sabiamente callado y sólo se encogió de hombros. También porque Alessia le aterraba, no sólo por respeto y cariño.

—No voy a darte alcohol, Parker —Ian escudriñó los ojos hacia él. Parker puso un puchero adorable—. El día que puedas lavar tu ropa interior tu solo sin ayuda de tu papá, ahí tal vez piense darte licor.

William soltó una carcajada, que ahogó detrás del cabello de Alessia cuando vio a Parker dirigirle una mirada enojada.

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—Nada de novias, Dallas Hale-Stilinski —Stiles tenía sus manos en sus caderas mientras regañaba a Dallas—. Estás nuy chiquito, primero la escuela, lo sabes.

—Sí, abuelito —pronunció el pelirrojo, cruzando miradas con su abuelo Derek, quien se encogió de hombros y siguió haciendo el almuerzo.

Su primera ilusión de salir con la bonita niña que le aceleraba el corazón no desapareció, y a expensas de las palabras de Stiles, la invitó a salir. Dallas terminó con el corazón roto, el primero de muchos que vendrían, cuando ella le dijo que no porque todavía estaba muy chica para pensar en novios.

Dallas no pudo evitar ver la ironía de la situación.

El día que Derek Hale se convirtió en papá... [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora