CAP. SIETE

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Ian sintió la luz del sol bajo sus párpados acuchillándole en una cálida tortura.
- Dios, baja esa maldita persiana, Noah. - su voz era ronca del sueño. Anoche Noah había pensado irse nada más acompañarlo a casa, pero él se había aferrado. Lo había necesitado en más de una forma.
- ¿Ian? - el sonido de maletas en la planta baja y aquella voz reclamándole le despertó de golpe.

Su padre.

- A la mierda. - susurró vistiéndose todo lo rápido que podía con todo el dolor en su cuerpo. Golpeó a Noah con el pie en un inento por despertarlo - Eh, tu, maldito koala, despiértate ¿quieres? - continuó golpeándolo hasta una mano agarró su tobillo y casi causando que se cayera.
- Ian, ¿qué coño haces gritando por la mañana? Hay gente que sigue queriendo dormir, joder. - dicho eso, trató de volver a hundir la cara en la almohada.
- Noah, mi padre está en casa. Tienes que irte, ya. - Ian estaba muy nervioso, una cosa era que en el instituto se enterasen de su sexualidad, pero no su padre. Nop, no él. Y menos encontrándose a un tío en su cama.
Su familia era extremadamente religiosa. Tenía que mantener una reputación, sobre todo teniendo a su padre en la cabeza de un partido político, no podía manchar su imagen con un hijo homosexual, iba contra todo lo que le habían enseñado. Si alguien se enteraba, los votantes de su padre disminuirían y bajaría de puestos.

Tenía que ser un hijo perfecto, buenas notas, capitán de un equipo de football y con una novia preciosa.

Noah estuvo vestido en cero coma, pero cuando fue a acercarse a la puerta, Ian le paró. 
- ¿Ian? Hijo, ¿estás bien? – su padre le iba a pillar con las manos en la masa.
- Por la ventana. – susurró Ian mientras se ponía el dedo índice en los labios – Noah, no me mires así. Salta, es un segundo, caes en el tejado y ya está. – un segundo después de la caída de Noah en el suelo, la puerta de su habitación se abrió.

- Ian, ¿estás bien? –
- Padre, cuanto tiempo. – dijo nervioso - ¿Qué haces aquí?
- ¿Cómo que qué hago aquí? La campaña empieza en una semana, tengo que prepararme.
- Ajá.
- Por cierto, mañana por la noche hay un comité de bienvenida, trae a Diana; y otra cosa, ¿qué te ha pasado?
- Me caí. – dijo mirándole a los ojos, su  padre asintió y se giró para irse. – Ah... ¿padre?
- ¿Si?
- Diana y yo... - lo dejó en el aire, sabiendo que su padre lo había entendido.
- Pues trae a un acompañante.
- Si, claro... lo haré.
Su padre bajó las escaleras dejando a Ian solo en su cuarto. Cuando se aseguró de que su padre había bajado del todo, cerró la puerta y corrió hacia su móvil. Buscando el contacto de Noah, le envió un mensaje.

<<Necesito una acompañante para una de esas mierdas de mi padre ¿Sabes de alguna chica libre? >>

Unos minutos después recibió una llamada de Noah.

- Estoy bien, gracias, no me ha dolido tirarme por la ventana, tranquilo.
- ¿Estás bien? – dijo intentando arreglar el haberlo obligado a que se lanzara por la ventana.
- Si, me duele el culo.
- Ahora sabes lo que siento yo.
- En verdad, lo amas y lo sabes, bebé. – Ian se rió asintiendo con la cabeza. - Podría preguntar a Tatiana. - Volvió a hablar Noah.
- ¿Preguntar qué?
- El comité.
- Oh, si, si... - frunció el ceño – Vale, gracias, Noah.
- Vale, tengo cosas que hacer, amor, me tengo que ir.
- Eh, vale, ve tranquilo, chao.
- Adiós, te quiero. – colgó.

<< Respira, Ian, respira. >> pensó con un sonrojo muy evidente.

Te quiero. Se repetía la palabra continuamente en su cabeza, era la primera vez que oía al otro decirlo. Sabía de ante mano que Noah le quería, pero nunca había escuchado las palabras salir de su boca.

¿Debería mandarle un mensaje? ¿Algo? ¿Debería decirle en persona lo mismo?
¿Debería hacerle saber que el también le quería?

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