CAP. ONCE

33 4 0
                                    

Marco se había ido a dormir hacía más o menos cuatro horas, cuatro horas dando vueltas, forzándose a dormir, era imposible.
Al final se rindió, se tumbó sobre su espalda agotado, simplemente observando el techo. Estaba pensado en nada importante si somos sinceros, exámenes, football, todo lo que rodeaba su vida. Pensaba en los días que estaban por venir, estaba intentando organizar su mente, era un acto un tanto frustrante.
A veces perdía el control sobre sí mismo, sobre su cuerpo, al igual que sobre su mente, a veces solo se dejaba ahogar por su propio ser, se dejaba perder, era lo que estaba pasando, ahora mismo.
Se movió en la cama, incómodo, intentando calmarse. Todo en su mente empezó a dar vueltas sin ningún rumbo concreto, imágenes sueltas, aumentaban y disminuían continuamente, apretó los ojos con fuerza intentado alejar las imágenes lo más lejos posible.
Mala idea.
La oscuridad era peor, muchísimo peor, abrió sus ojos rápidamente, buscando cualquier indicio de luz que le devolviera a la realidad. Se incorporó bruscamente frotando su cara con desesperación. Empezó a notar como su respiración comenzaba a tornarse irregular, tenía que concentrarse en algo, distraerse.
No era fácil, él no controlaba nada de esto, nada de lo que estaba pasando era su culpa, poco a poco dejó que la sensación le ahogara. Apoderándose de su cuerpo. Comenzó a hiperventilar, mirando con angustia a su alrededor como si alguien pudiera ayudarle. La ayuda estaba a tan sólo un pasillo de distancia, su madre.
No podía, no podía hablar, mucho menos gritar.
Volvió a tumbarse, esta vez boca abajo, apretando su cuerpo contra la cama, enterrando su cara contra la almohada, gruñendo y gimiendo contra ella, mojándola con las lágrimas que habían estado cayendo desde hace rato.

No tenía el control, pero lo quería.

Empezó a gritar suavemente contra la almohada, gritos que se mezclaban con su llanto a medida que el tiempo pasaba. Estaba perdiendo la cabeza, al igual que su respiración comenzaba a marearle. 
No podía hacer nada, solo llorar desconsoladamente, gritar y ahora mismo sufrir también era una opción.
Sus movimientos empezaron a ser más bruscos, retorciendo y apretando los puños contra las sábanas. Su llanto se hizo más fuerte al igual que su rabia.
- ¡Joder! - se estaba empezando a irritar, ahora mismo no se soportaba, se daba asco.
Golpeó la almohada repetidamente, sus golpes acompañados de un llanto alto y claro. El ruido que estaba haciendo debió despertar a su madre, porque pudo escuchar como su puerta se abría de golpe, permitiéndole escuchar su voz.
- ¿Marco? - se relajó, no lo suficiente, pero servía. Escuchar a su madre le hacía sentirse tranquilo, sabía que ya no estaba solo, al menos de momento. 
Dejó de las lágrimas siguieran fluyendo con fuerza sobre sus mejillas, apretando la mano de su madre. Se cohibió en la cama temblando por su respiración, estaba mareado. Seguía sin poder respirar bien, soltaba sollozos y lágrimas sin poder abrir aún los ojos.
- Marco, cariño, escúchame. - le ánimo la voz de su madre - Vamos a llevarte al hospital, amor, vas a estar bien, todo va a ir bien.- le animó mientras mantenía una voz tranquila, intentando que se contagiara y algo de esa tranquilidad, calara en él. 
Algunos pensarían que solo era un ataque de ansiedad normal, en su caso era realmente peligroso. 
                                         ***
Cuatro de la mañana, eran las cuatro de la mañana y lo único que quería hacer Karlo era tirase en medio del pasillo y dormir. 
Pero no. 
En cambio, allí estaba. Prácticas de psicología en un hospital, con un psicólogo amargado a su derecha. 
Psiquiatría podía asustar a muchos, pensado que sólo los locos se encontraban allí, pero Karlo sabía que sólo eran personas. 
Aunque eso no quería decir que no se asustase a veces al escuchar a gente gritar en medio de la noche. 
La zona de psiquiatría no era silenciosa. 
Normalmente la gente no podía dormir, lloraba y gritaba por ayuda o por espacio. 
- ¿A quién vamos a ver ahora? - dijo Karlo bebiendo el último trago de su café y tirando el recipiente en la papelera del pasillo. 
Girando a la derecha entraron en una de las habitaciones, solo una tenue luz iluminaba la espalda del paciente quien se encogía en posición fetal sobre las sábanas. 
- Varón, 17 años, trastorno bipolar, posible autoagresión e ... - antes de poder terminar, el chico de la cama interrumpió. 
- No voy a suicidarme. - la voz ronca y el dolor del chico revolvieron las tripas de Karlo. 
- E intento de suicidio. - terminó el médico - ¿Has tomado la medicación con regularidad?
- Si.
El medico alzó las cejas. El chico de la cama se giró con cuidado enfrentando por fin a los demás miembros de la habitación. 
- A ver, quizás... - entonces su mirada se posó en Karlo, y la de Karlo en él. 
- Marco, ¿Que...? - Karlo se acercó un paso a la cama. 
- ¿Qué hace él aquí? - inquirió Marco.
- ¿Os conocéis? - el médico miro de uno a otro. 
- No realmente. - contestó Karlo, sabiendo que si se conocían no podría volver allí y saber sobre el
- Es el amigo de un amigo.
- De acuerdo - ignoró completamente a Karlo - La medicación. ¿Te la has tomado?
- A ver, puede que algún día se me haya olvidado. - Marco habló inocentemente mientras jugaba con sus manos. 
- Sabes lo que eso supone ¿Verdad?, hemos hablado muchas veces del mismo tema.
- Lo sé, pero estoy bien, no me va a pasar nada si algún día se me olvida.
Karlo le cortó antes de que continuara, cuestionando su teoría con voz dura - ¿Te has tomado la medicación hoy?
- No
- ¿Y dónde has acabado, Marco?
- Sr. Kross, creo que no es el indicado para reprenderle. - Marco le miró con una sonrisa de suficiencia - Pero Sr. Rumenov, no tiene usted la razón, debería haber tomado la medicación.

Antes de que Karlo se burlara de Marco, la madre del chico apareció por la puerta.

- Perdona, Anthony. Estaba estirando las piernas. - la voz de la madre de Marco era dulce y tranquila, como si esto sucediese a menudo - Esta vez fue más relajado y terminó rápido. - dijo sonriendo al médico.
- ¿Cuánto a durado? - preguntó el psicológico.
- No sé cuánto tiempo había tenido la crisis antes de yo llegara, después... Creo que más o menos una media hora.
- ¿Marco? - le miró levantando la mirada del informe que sostenía entre sus manos.
- Más o menos una hora. - respondió sin emoción, no le gustaba hablar de sus crisis, y ahora mucho menos, con Karlo delante. 
- ¿Tienes idea de porque pudo pasar? Además de no haberte tomado la medicación.
- No, estaba intentando dormir, no podía y simplemente me tumbe allí, hasta que empecé a sentirme mal.
- Bueno, puedes irte a casa, pero con vigilancia constante. - dijo el médico apuntando algunas palabras en su informe. 
- Tengo trabajo, no creo que pueda... - Marco no dejo a su madre terminar. 
- Puedo estar unas horas solo. - intentó sonreír ligeramente para que creyeran sus palabras. 
- No, no puedes. - contestó Karlo con voz dura, como una orden. Se giró al médico oficial, Anthony - Quizás sería mejor que se quedara algunos días ingresado, solo por si acaso. No es como si enseguida se vaya a encontrar bien. -
- Vete a la mierda, Karlo. -
- Eh! Un poco de respeto, muchacho. - le dijo el médico a Marco - Supongo que no es mala idea, aquí podemos controlar más de cerca si respeta su medicación, se quedará hasta nuevo aviso para evitar accidentes, bien visto Karlo. -
Marco miró a Karlo con rabia. Sabes eso que dicen que las miradas matan, pues Marco acababa de enterrar vivo al pelirrojo. En cambio, Karlo le sonrió con superioridad.
-Bueno, Marco, en unos minutos vendrá una enfermera para suministrarte unos calmantes, no es negociable. - advirtió el médico mirando fijamente hacia Marco.
Su madre salió con el doctor detrás suya, comentando algo que no alcanzó a escuchar, Karlo iba a salir, pero frenó apoyando la mano en el marco de la puerta, miro al pequeño por encima de su hombro para sonreírle.
- Luego vengo. - y salió.
Se fue de allí, dejando a Marco confundido, cansado y por alguna razón, sonrojado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 27, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CASI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora