CAP. DIEZ

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- Doy asco así vestida. – murmuró Kassh bajándose el vestido un poco más por las piernas. Caminar con tacones había sido, quizás, la peor parte. El maquillaje suave que Anne- Marie le había puesto le estaba volviendo loca, sentía su piel pesada y pegajosa. 
- Estás bien, solo no estás acostumbrada. – miró con una sonrisa a Kassh. 
- ¿Te estás riendo de mí? Lo que me faltaba.
- ¡Cállate! ¿No ves que estás súper sexy? – Anne-Marie entrecerró los ojos – De hecho, creo que nunca había visto tu figura, no con esas sudaderas anchas y...
- ¡Eh!¡Eh!¡Eh! No te metas con mis sudaderas grandes, a mí me gustan. – Anne rodó los ojos dejándolos en blanco por un segundo. 
- ¿Qué hora es?
- Las cinco y media.
- Voy a llegar tarde, genial.
- Corre. – Kassh la miró con ojos críticos. 
- ¿Me estás vacilando? Corre tú con tacones, zorra.
- Tengo el coche fuera, vamos. – dijo Anne- Marie tratándola con condescendencia. 
Solo estaban a dos malditas calles de distancia. 
- Pero si tú no puedes conducir... - se replanteó Kassh frunciendo el ceño
- Que no pueda no significa que no sepa. El coche de fuera es el de mi hermano.
- ¿El deportivo gris? – susurró Kassh con emoción. 
- El deportivo gris. – afirmó Anne-Marie con una sonrisa. 
Llevaban quince minutos conduciendo en silencio, cuando Anne-Marie habló. 
- Oye.
- Dime.
- No sé si lo sabes, pero, llevamos conduciendo en círculos quince minutos, no me has dicho a donde vamos.
- Párate aquí mismo. – abrió la puerta, o por lo menos lo intentó, porque el pestillo estaba puesto. 
- Aquí solo hay casas. – apagó el motor y la miró fijamente. - ¿A dónde vas a ir Kassh?
- A un concierto con Noah.
- ¿Noah? ¿El hermano de Tatiana?
- ¿Conoces a otro Noah?
- Ese hombre está buenísimo, que raro...
- ¿Qué?
- Pensé que eras lesbiana.
- ¡Oye, tú! No, me gustan los tíos y Noah está bueno, no pierdo nada. – el sabor amargo de la mentira resbalaba por su garganta. 
Dicho aquello, se bajó del coche y caminó despacio hasta que el coche desapareció entre las calles. Retrocedió y miró la casa de Ian. 
No era la primera vez que estaba allí. 

La primera vez fue con doce años y ambos estaban haciendo un trabajo de biología. 
Acabaron montando en bici toda la tarde y no hicieron el trabajo. 
Sonrió al recordar la cara que puso su madre al ver el cero. 
Llamó a la puerta, esperando. 
- ¿Qué haces aquí? – respondió Ian nada más abrir la puerta. 
- Buenas tardes, me han otorgado el honor de ser tu acompañante esta noche. – Kassh no podía ocultar el sarcasmo en su tono, esto era demasiado divertido. 
- ¿Qué? – Ian seguía igual de perdido. 
- A ver, escucha, por alguna retorcida razón del destino Noah me ha llamado para pedirme que vaya contigo, ya sabes, Noah, el hermano de Tatiana, pero creo que tú le conoces bastante bien.
- Adiós, Kassh. -  oh no, ella no iba a dejar que le cerrasen la puerta en la cara después de haber pasado una hora y media en aquella tortura china. 
- Mira, escucha gilipollas, te estoy haciendo un favor, asique ábreme la puta puerta, voy a entrar ahí dentro como tu novia o lo que coño sea, pero tu maldito culo orgulloso no me va a dejar aquí. 
Ian dudó por unos segundos, tragó y abrió la puerta completamente. 
- Seré un gilipollas, pero tu pareces una prostituta así vestida. – dijo Ian riéndose. 
- Gracias, cariño. – pasó por la puerta sonriendo hacia él – Por cierto, necesito una copa.

Solo había viejos reunidos en el salón hablando de política, con copas entre sus arrugadas manos. 
Los ignoraron radicalmente. 
Kassh agarró una copa de vino y se la bebió entera en menos de diez segundos. 

- Tío, esto es una mierda. ¿Cómo aguantas esto siquiera? – Ian se encogió de hombros. 
- Es lo que toca, como no tengas una idea mejor, aún quedan al menos dos horas para que acabe esta tortura.
- Puede que si tenga una idea.

Con bastante rapidez, Kassh sacó una pequeña bolsa transparente de su sujetador, la bolsa contenía... 

- ¿Eso es marihuana? - Ian la miró con los ojos abiertos como platos. 
- Si, vamos a tu habitación. – agarrándole de la mano, Kassh caminó hacia su habitación recordando perfectamente donde estaba. 
- ¿Has fumado alguna vez?
- Antes, lo dejé hace un tiempo.
- Entonces supongo que sabrás liar.
- Si.
- ¿Tienes grincher?
- Si.
- Vale, menos mal que lo habías dejado.
- ¿Y por qué lo dejaste? Si es que verdaderamente lo has hecho. – dijo Kassh mientras se sentaban en el suelo de la habitación. 
- Para complacer a alguien. – contestó el mientras sacaba todas las cosas de un cajón de la mesa. 
- Ese alguien debe ser importante.
- Lo es.
- ¿Se puede saber su nombre? – Kassh, sinceramente, ya sospechaba de una persona, pero quería ver hasta donde era capaz de llegar Ian. 
- Alguien. – Ian metió la maría en el grinder y procedió a girarlo repetidas veces.
- Sinceramente, para mí, la maría no es mala, hay cosas peores.
- Lo sé, opino los mismo, pero a él no le gustaban nada las drogas, ni tampoco nada relacionado con ellas.
- Ósea que es un chico.
Ian paró lo que estaba haciendo y la miró con una sonrisa ladeada. 
- Creo que eso era bastante obvio, ¿no crees? De hecho, sabrás que es la misma persona que te trajo aquí. – dicho eso continuó en silencio.
- Cuando me enseñaron la foto me sorprendí bastante. No me lo esperaba de ti.
- ¿Cuándo te la enseñaron? 
- Si.
- La foto estaba por todo el instituto, alguien las colgó. Es imposible que no la vieses por ti misma.
Ian lo dejó pasar, ya le preguntaría más tarde. Tenía el porro en su mano, se lo estaba replanteando, llevaba sin fumar un año y si lo hacía ahora sería decepcionar a Noah, fallarle, pero lo necesitaba. Llevaba días que no podía con el estrés, su padre empeoró todo, por no decir que todo su cuerpo lo estaba matando. 
- ¿Vas a rezarle al porro o qué? – Kassh le sacó de su mundo, devolviéndole a la realidad. 
Unas cuantas caladas no harían nada y Noah no se enteraría nunca. 
- Al menos para ti fue fácil. – susurró Kassh mientras se pasaban el porro.
- ¿Hmm?
- Ya sabes, no hizo falta que lo dijeras, lo hicieron por ti. Es jodido cuando tus amigas no lo saben, y hablan suponiendo que tienes que ser hetero. 
- Experiencia propia, ¿eh?
Kassh le ignoró. 
- ¿Te acuerdas cuando bajamos con las bicicletas aquel día?
- Y mi madre nos dijo que nos estábamos portando como salvajes.
Kassh comenzó a reírse fuertemente. 
- Suspendimos biología. – dijo ella aún riéndose.
- Pero mereció la pena. – se hizo el silencio entre ambos. 
- ¿Quién te enseñó la foto? – no vaciló en preguntar, quería llegar al culpable y tal vez esto le ayudara. 
- Alguien, no tiene importancia. – contestó Kassh mientras soltaba el humo entre sus labios. 
- La tiene para mí.
- ¿Para qué? Solo sabrás quien ha sido, intentaras darle una paliza, hacer que tu padre le arruine la vida sin ningún motivo.
- Ha sido a mí a quien le han arruinado la vida.
- Nah, te ha quitado popularidad, puedes soportarlo.
- Lo dices tú, que sigues en el armario.
- Yo no sigo en el...
- Todos los recreos vas al baño del gimnasio con Natalie. NO creo que os pongáis a hacer estiramientos en el retrete.
- ¿Cómo sabes...?
- ¿Quién fue? – Kassh soltó más humo por la boca. 
- Tatiana.

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