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A él le gustaba la música, le gustaba hablar de trivialidades, le gustaba saltar, le gustaba decir que era feliz. Y eso traía paz, las cuatro paredes que la encerraban se habían caído, ya no existían, ya no molestaban.
Los ojos oscuros ya no se veían.

Ojos oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora