CAPITULO UNO

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TERREMOTO



Mi personalidad y mi modo consiente de establecer empatía en lugar de espontánea al primer instante, soy bastante resistente a la psicosis colectiva. Pero me e dado cuenta que esto tiene sus desventajas. Las grandes masa de personas desconocidas no me contagian sus emociones. No activo las neuronas espejo.

Cuando estoy en tornos dónde todo se empieza a descontrolar en multitudes que se ponen eufóricas o aterradas me suelo quedar en estado de desconcierto.

Cómo ahora mismo, todos gritando aterrados y corriendo en direcciones contrarias, sin saber en dónde refugiarse o tal vez si, lo que no sabían era que si sobrevivirán hoy.

La directora había hablado por los altavoces de la escuela diciendo que desalojarán todos los salones e ir en la área de seguridad, (la área de seguridad eran las canchas) la alarma sísmica sonaba por todos los rincones del instituto, los rostros de las personas de mi alrededor eran de susto, se sentían desesperadas, confundidas.

Pero solo yo tenía algo que hacer, o tal vez no, como si fuese un chasquido de dedos, así se fue la acción que iba hacer, se esfumó, así como tratas de agarrar el agua pero se escurre entre tus dedos.

¿Pero que les pasa?

El estar en ese estado estático también me hace capaz de reaccionar racialmente, si ellos actúan por "impulso" al menos reaccionan, pero yo tardó un poco más.

Si hay una amenaza real; La expansión de un incendio puede ser demasiado útil salir corriendo en estado de pánico aunque se muera en el intento aplastado por la multitud, si es una amenaza imaginaria es completamente catastrófico. Es que en ese momento no se detienen si la amenaza es real o imaginaria.

Como ellos lo están haciendo ahora y yo todavía estando parada viendo el pánico de las demás personas.

Y como si fuera un pequeño botón para devolverme completamente a la realidad.

—¡¿Estás bien?! —Su grito me aturde un poco, pero asiento aún ida, la alarma sísmica suena con más fuerza, los estudiantes gritando palabras inconfundibles por qué sus voces se mezclan con los demás.

Aturdida vuelvo a ver a Tadeo.

—Lo estoy. —El susurro fue inconfundible pero el asentimiento que hice no.

Tadeo me agarró de la muñeca alejándome de mi grupo, estábamos en los pasillos del instituto todos querían salir rápido, todo por el pánico que ellos sentían, los maestros gritando que se calmaran pero aún así gritaban más,  cada paso que daba mi cuerpo impacto con cualquier persona que se me cruzará por el camino.

El agarre de Tadeo era con firmeza, si no fuera por él me hubiera perdido entre la multitud, no veía su cuerpo solo su mano con la que me jalaba para que caminara.

Me tenían un poco confundida, ¿Por qué corren? ¿Por qué no pueden hacer las cosas con calma y pensar con claridad?

Por un pequeño hueco veía que estábamos cerca de las puertas principales, faltaba poco para salir y ponernos a salvó de que temblará y las paredes de la escuela cayeran sobre nosotros.

Cuando la luz y el aire fresco estaban a mi alrededor Tadeo no perdió tiempo y hecho a correr hacia las gradas, habían estudiantes afuera, siendo grupos y sus profesores aún lado de ellos, quedando en el centro de todo lo que se pudiese caer sobre ellos, suponía que los demás estudiantes estaban en las canchas.

Heche a correr aún más rápido para llevar el paso de Tadeo, sabía a dónde íbamos teníamos que llegar al borde del bosque que rodeaba el instituto, aún lado donde estaban las gradas en dónde juegan fútbol americano.

Tu Silencio Fue Mi Respuesta [ I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora