CAPÍTULO SEIS

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Era imposible.

Mis pulmones ardían, el corazón me dolía, la adrenalina estaba por mis venas, la maldita imagen se repetía una y otra vez en mi mente, el viento revolvía mi cabello, corría demasiado rápido aunque no viera absolutamente nada, seguía en el bosque tratando de ir a la casa, a mi casa, tratando de convencerme a mi misma que no era verdad, que lo que había visto estaba solo en mi cabeza.

Salí del bosque, las farolas que alumbraban las calles estaban demasiado intensas, hace tiempo que no alumbraban con intensidad.

Para llegar a mi casa tenía que correr más de ocho cuadras, y corrí por el miedo y la adrenalina que sentía, me estaba volviendo loca, estaba tan firme la decisión que estaba pensando, no podía sacarla de mi mente.

En la trayectoria del camino estaba demasiado solitario, las casas y departamentos estaban intactos, los patios bien podados e impecables como cualquier otro jardín de vecindario.

No, no, no... En esta cuadra se derrumbó este departamento.

Me dolía la cabeza por tanto pensar, por tanta mierda que estaba sucediendo, por todas las cosas que no entendía, por la enfermedad que tenía.

La temperatura bajo de un momento, el vapor salía por mi boca, esta vez sí le tome importancia.

—¡Chicos! ¡Mamá! ¡Papá!

Las luces de la casa estaban apagadas, la cerradura de la puerta estaba abierta, el silencio había reinado en todo el lugar después del grito.

Pero no me detuve y busque por toda la casa. No estaban. Sentía como poco a poco me iba a dar un ataque de pánico.

No harás nada poniéndote así.

Hasta que me acordé que podía llamarles, mi celular estaba en mi habitación.

Abrí muy fuerte la puerta y di grandes pasos. Error. Había una toalla sanitaria en el suelo, fue la culpable de caer de culo en el suelo y bueno las personas que están presentes en mi habitación, también fueron las culpables.

—Tu colchón es demasiado suave —hablo Mey mientas saltaba en el colchón sentado.

La segunda persona era el chico griego.

Eh hice algo inesperado, por las emociones fuertes que sentía... Se me salio un gas, uno fuerte.

Mey dejo de saltar y empezó a reír escandalosamente —Sigues siendo tú petit cachet.

De reojo ví como el chico me veía con una ceja alzada.

—¿Q-que hacen a-aquí? 

No son reales.

Me repetía una y otra vez, para que en cualquier momento se desaparecieran así por arte de magia o eso es lo que yo creía, ya cuando ellos se fueran yo seguiría buscando a mi familia.

Mey se acostó en la cómoda mientras se sobaba el estómago —Debes de tener muchas preguntas petit cachet.

En ese momento detrás de mi la puerta se cerró de golpe, me sobresalté y solté un quejido.

Hola dios, soy yo de nuevo.

Debes de controlarte.

El chico estaba recargado aún lado de la entrada del balcón, mirando por el pequeño hueco de la cortina que daba afuera del patio trasero.

—¿Se pueden ir? —Digo mientras me arrastró hasta pegarme en la puerta, la intención era estar lo más lejos posible de ellos.

Mey se para y recorre la habitación —Para "desgracia" tuya Thamy no podemos hacer eso.

Tu Silencio Fue Mi Respuesta [ I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora