CAPÍTULO CUATRO

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El ruido se iba poco a poco, dejando un rastro tan atroz en mi, la vista me era borrosa, sentía un líquido entre mis manos, sacudo la cabeza un momento, intentando controlarme.

Cuando el pitido fue disminuyendo y la vista era más clara, tuve que ver si todavía estaba ahí, el chico que hacía producir un gran miedo en mí.

Afortunadamente no estaba. Un líquido espeso y caliente resbalaba entre mis manos, bajo de inmediato la vista, era sangre, mi propia sangre, no era mucha pero tampoco era poca, un intermedio.

En mis pies estaba la tableta de las pastillas, pero estaba intacta, sin ningún daño, no como yo lo había dejado. Vuelvo a mirar mis manos, tengo rasguños, dónde la sangre sale.

Yo lo hice.

Rápido me paro y me pongo enfrente de la puerta, cerrada, pego mi oreja en ella y agudizó el oído, escuchando a mis hermanos.

—¡Tadeo! ¡Mira lo que hace Tobías!

—¡Tobías sácate ese vestido..! ¡No te queda!

—¡Soy Elsa! ¡Nadie puede con la poderosa Elsa! ¡Libre soy... Libre soy!

Eso me confirmo que ellos no habían escuchado lo que había pasado... o no pasó, miro las pastillas que están en el suelo, intacta, no paso nada... Pero la puerta está cerrada cuando yo la había dejado abierta.

Sabía que yo no podía hacerlo sola, no podía mentir cuando me pasaba este tipo de cosas, la inseguridad que me transmitía en el simple hecho de pensar que volvería... Me daba escalofríos tan fuertes, y por esa razón no podía mentir, por qué podía hacerlo, pero los recuerdos tan atroz llegaban en ese mismo instante, tenía miedo de que me descubrieran y desconfiaran más en mi.

—¡Tadeo!

Las risas y los gritos que hacían eco en la sala de abajo pararon de golpe por escuchar mi grito desesperado, me sentía culpable, por qué ellos sabían lo que pasaba y siempre estaban preocupados por ello, dejar que ellos se divirtieran y entrar yo, mal muy mal. Se escuchó como varios pasos atropellados subían, el corazón me latía demasiado fuerte, no era la única vez que les pedía ayuda, la puerta abrió tan fuerte que me sobresalté aunque ya sabía que estaban aquí.

—Mierda...

Volteó dónde estaban ellos, sus expresiones eran iguales de miedo.

—¿Que paso?

Mire como Tadeo se acercaba, Tatiana salía corriendo de la habitación, Tobías iba al armario que estaba aún lado de mi balcón.

Le expliqué lo que había pasado en mi cabeza, por qué claro no pasó aquí.

Tadeo suspira —Es la tercera vez  Thamara, la tercera vez en quince días que te pasa esto.

Tatiana camina de un lado a otro agitando el alcohol entre sus manos, Tobías está aún lado mío sentado en la cama tendiendole unas toallas a Tadeo mientras que el está cunclillado enfrente de mi para limpiar la sangre y desinfectar las cortadas.

—¿Cómo se te puede olvidar tomarte las pastillas? —habla Tatiana mientras que va de un lado a otro.

—Es que...

—¡Es que nada Thamara! —Para en seco y se gira bruscamente hacia mi —¡Es por tu bien! ¡Debes de seguir la línea de tu tratamiento! ¡Así no te recuperarás! ¡Entiéndelo!

Y con eso se va de la habitación.

—Esta preocupada —Dice Tobías mientras me soba la espalda con su mano libre.

Tu Silencio Fue Mi Respuesta [ I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora