CAPÍTULO NUEVE

36 5 5
                                    

Thamara.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas por las palabras de Mey, lo había dicho tan fácil y simple que era difícil de procesar, ¡Por qué el ya estaba acostumbrado! ¡Por eso lo decía así de fácil!

Su tranquilidad me transmitía un poco de paz, un poco si no, ¿Para que estaba aquí? No es como si fuéramos a jugar al té.

Estaba sentado en una silla y sus manos entrelazadas estaban sosteniendo su barbilla, hasta ahora no me había dado cuenta que detrás de su espalda tenía una mochila negra.

Suelto un suspiro —Habla.

Me sentía inquieta, mucho más ansiosa por tener este suspenso que él ponía.

—¿Sabías que no estamos los cinco completos?

Bufo. ¡¿Cómo mierda iba yo a saber?! ¡Sabía que estaba hablando sobre los Mghas! ¡Apenas y se lo que está sucediendo a mi alrededor! ¡¿Cómo es posible que me esté tomando el pelo?! ¡El sabe perfectamente que no recuerdo casi nada!

Aprieto los dientes y mi respiración es más agitada. Pero me las ingenio para no gritar y llame la atención de mis hermanos.

—Si me vas a venir con putos acertijos innecesarios es mejor que te vallas,  Mey.

Él no dice nada, se pone de pie y me da la espalda de dónde estoy yo, se descuelga la mochila lentamente, metiéndole más suspenso a esta mierda, sin embargo por un momento queda estático, supongo que pensando, hasta que saca rápidamente algo de la mochila que no pude ver bien y lo deja en la cama.

Hasta que Mey se hace aún lado. Mi corazón late más rápido.

Yo teniendo la vista fija en él... Y Mey mirándome.

—No sabes cuánto nos gustaría aclararte tus dudas. Pero no podemos por qué tu vida corre por ello.

Eso ya lo sabía, también supe en eso mismo instante que el asunto era demasiado serio, su sonrisa y sus chistes de Mey los dejo aún lado para hablar enserio.

—¿Que es esto?

Sabía quien era el quien estaba enfrente, sabía por ende que todos estaban liberados. Pero... Él no.

—¿Lo recuerdas?

Por instinto me acerco, él estaba sentado en la cama en la orilla por dónde ponías los pies, me cunclillo enfrente de él. Dex, el muñeco de porcelana enfrente de mi, podría parecer un muñeco de bebé común  cómo todos, pero no lo era, paso un dedo por su mejilla, tenía un traje negro, su cabello rubio era perfectamente peinado, sus ojos cafés veían a la nada.

Mírame.

Fue cuando yo parpadeé y sus ojos ya estaban en mi, con delicadeza paso mi dedo por su cicatriz en su mejilla.

Él era la cabeza del grupo, él dirigía al grupo, él era el más listo... Pero no él más poderoso. De reojo miro a la mochila que estaba tirada aún lado de mi, frunzo el ceño.

Rápido miro a Mey y lo escudriño.

—¿Estuvo en esa mochila todo este maldito tiempo?

Él estaba relajado mirando la escena.

—Si y antes de que digas nada debes de relajarte.

Mi corazón latía desbocado, mientras mi respiración era agitada, en mis venas corría el coraje. Por un momento me sentí confundida, ¿Que mierda?. Mey mirándome hizo una sonrisa de medio lado.

Tu Silencio Fue Mi Respuesta [ I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora