13. Universos paralelos

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— Alaya, ¿Te encuentras bien? —dijo una voz femenina. Después colocó una mano sobre mi hombro.

—Deberíamos llevarla a la enfermería — unos ojos me miraban con preocupación, pero no reconocía a la persona.

La cabeza me daba vueltas. ¿Cómo podía ser que hubiera gente de diferente carreras y cursos, si antes, estaba sola? ¿Qué quería decir la persona encapuchada? ¿La universidad se iba a destruir? Si me iba del Castillo de Morfeo, se suponía que debía aparecer en la cama de mi habitación. ¿Cómo era que lo hacía en otros lugares?

—¡El suelo se va a caer a pedazos! —alcé la voz mientras seguía arrodillada con las manos en la cabeza y la mirada al suelo. Si continuaba así, el cerebro me iba a estallar.

Se hizo un silencio.

—Definitivamente, vamos a llevarla ahí —confirmó la chica con autoridad.

Mi cuerpo se empezó a deslizar por el suelo, tardé unos segundos en darme cuenta de que me llevaban a rastras hacia el fondo del pasillo. Los estudiantes se habían quedado observando la escena, confusos. A mi alrededor, algunos estaban preocupados por mí, mientras que otros sentían repulsión. Unos pocos, cuchicheaban más allá del centro de las miradas.

Me sentía observada, pero en mis pensamientos me venían tantas cosas que me daba igual. Primero, lo de la espiral que ahora ya entendía que significaba. Todos teníamos una, pero solamente "los conscientes", lo tenían de colores, que cada uno ayudaba a saber cómo nos sentíamos y, también, llevábamos el collar. Además, después del primer sueño, apareció la persona encapuchada diciendo que me había encontrado y me advirtió que no podía evitar lo que pasaría. Luego, la grieta empezó a crecer, al mismo tiempo en la universidad y El castillo de Morfeo. Eso fue justo después que se mostrara el individuo de la túnica negra. El mismo que me respondió "Tú" cuando le pregunté qué quería. La diferencia era que este último, me generaba curiosidad. En cambio, el otro, temor. ¿De dónde venían?

Los alumnos de diferentes clases se me quedaron mirando atónitos cuando me vieron que iba a rastras. Noté que los que me llevaban, giraban ligeramente hacia la derecha sin preocuparse de lo que sufrían mis brazos. Uno de ellos picó a la puerta dos veces. Un par de ojos verdes curiosos se asomaron por el pequeño cristal de esta.

—¿Sí? ¿Qué sucede? —preguntó mirando a la persona que había llamado. Oí como los dos se fueron unos pasos para atrás para que me pudiera ver.

—Habla raro. No sabemos lo que le pasa —anunció la voz más próxima a mí. La chica.

Se hizo un silencio.

—De acuerdo. Pasar —vi de reojo que nos invitaba a entrar haciéndose a un lado.

La chica que reconocí como Emily, me agarró de la mano, mientras que, la voz masculina que era David, me empujó a rastras hacia el interior.

—Siéntate ahí —me señaló una camilla en la esquina de la pequeña habitación. Era blanca y el tacto, suave.

Me dirigí hacia ella. Coloqué primero la pierna derecha, gateando con los brazos, y luego la izquierda. Me di la vuelta. Cuando hice lo que me pidió, me fijé en la mujer que me iba a atender.

La enfermera llevaba un recogido en un moño precioso, le caían algunos mechones pelirrojos sobre los hombros. Era de mediana edad, pero se notaba que se cuidaba. Descartaba en una caja del fondo con una cruz roja, aquellos utensilios que no le ayudarían. Finalmente, sacó de las herramientas un aparato para los reflejos.

—Bien. Con esto, necesitaré que sigas con la mirada este objeto. Arriba —movió el objeto hacia esa dirección. Lo seguí. Los amigos se quedaron atentos y preocupados por la valoración—. Vale. Ahora de lado a lado —hice lo mismo.

Los sueños de Alaya✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora