Inocente Tentación 2 [ChanBaek]

Tentacion....Capitulo 11

Apoyó la barbilla en la mano, toqueteándose el labio inferior con un tic nervioso. Sabía que a través de las gafas se podían ver perfectamente sus ojos, pero esperaba realmente que BaekHyun no levantase la mirada de su móvil justo cuando él la levantaba del libro. Estaban los dos en la mesa de la cocina, los platos de ramen vacíos y los vasos de batido y zumo de naranja ¡sin pulpa! -como solía exigir con insolencia el menor- estaban frente a ellos. BaekHyun se echaba contra el respaldo de la silla, con ambos pies cruzados sobre la mesa, con los auriculares a tanto volumen que ChanYeol era capaz de oír la música.

Pero nada de eso pertenecía al marco de visión de ChanYeol en ese momento. Él sentía cómo su cabeza se quebraba, cómo su conciencia lo miraba con una sonrisita de lado, cómo la lluvia caía fuera y hacía dos semanas que no veía la luna en condiciones. Se estaba volviendo loco sin poder hablar con ella.

Notó la cabeza ajena levantarse y bajó la suya enseguida, temblando, palideciendo, aferró sus manos al libro y el cuello le dolió de tanto tensarlo. Una risita salió del chico a su lado, una que le dijo que había sido descubierto. Se mordió el labio. No sabía qué le pasaba.

No estaba preocupado por el hecho de que BaekHyun lo tratase como lo trataba, y mucho menos ahora que ya podía andar. No estaba tampoco preocupado por ver sus pies sobre la mesa, oír su música estridente, ser ignorado completamente. No estaba preocupado porque su conciencia se burlara de él por una razón que desconocía.

Estaba preocupado porque había podido levantarse, ir a su habitación, encerrarse a leer y había preferido quedarse mirando, aun con el libro entre las manos, cómo BaekHyun se mordía el labio intentando matar marcianitos.

Estaba preocupado porque había oído de nuevo a esa voz que le gritaba que era tentador.

Estaba preocupado porque una parte de él lo hacía cuestionarse seriamente sus pensamientos cada vez que el menor lo miraba con lascivia, cada vez que se lamía los labios con sus ojos marrones fijos en él, cada vez que el menor cruzaba sus piernas lentamente. Y la otra, simplemente, le pedía que lo mirara. Que lo mirara y nunca dejara de mirarlo porque BaekHyun era lo más hermoso que la luna podría haberle regalado jamás.

Y estaba aún más preocupado porque llevaba dos semanas viviendo con él y no podía dejar de hacerle caso a esa segunda parte.

Todo lo que había leído en la Biblia, todo lo que los sacerdotes veteranos le habían dicho, todo lo que había oído en los ensayos de confirmación, todo... Toda su vida como sacerdote se había ido al traste por una razón que JunmYeon se había negado a contarle.Su mejor amigo había sonreído feliz, apretándole el hombro mientras le repetía la tarde del día anterior, que su olvido era temporal y que, cuando lo recordase todo, le agradecería aquello. También le había dicho que todo lo que su cerebro dijera que estaba "mal" no era tan malo, pero no lo había entendido.

Levantó la cabeza y se topó, de repente, con algo que hizo sus mejillas enrojecer, a su conciencia reír, a su cerebro gritarle que apartara la cara, a esa parte en el sur de su cuerpo removerse. A BaekHyun se le había caído el zumo por la camiseta blanca.

-¡Joder! -lo oyó exclamar, pero sus ojos estaban fijos en cómo se transparentaba su piel, su ombligo, sus pezones.

Se levantó, agradeciendo que hacía dos días el médico le había felicitado por su recuperación física, empujando la silla hacia atrás sin cuidado y salió corriendo de la cocina hacia la que era su habitación.

-Esto está mal -susurró justo después de cerrar la puerta, dejando caer su espalda contra ella- Muy, muy mal.

Sus pies comenzaron a dar vueltas por la habitación mientras su mente divagaba y su boca lo hacía con ella. Se pasó las manos por el pelo, por la cara, se sentó en la cama y volvió a levantarse. Poder moverse era un alivio después de todo. Cuando estaba en la silla de ruedas había sido mucho más estresante. Porque aquello no era la primera vez que ocurría, por supuesto que no.