Este un relato único ya que su contrincante se bajó a último momento.
EL NIÑO QUE VENÍA DEL MONTE:
Ell niño que vivía en el monte fue mi alumno durante muchos años. Su nombre era Lucas y solía ir a la escuela sin zapatos pues su familia era tan pobre que apenas les alcanzaba para comer.
El niño se sentaba al fondo del salón, con una expresión vacía en la mirada y el rostro sucio.
Llevaba un viejo cuaderno, testigo de la escasa atención que prestaba en clases, escribía poco y a menudo lo sorprendía durmiendo, tal vez soñando con una mejor vida para él y su familia, imaginando una cálida cama, una mesa repleta de comida y una mejor casa que la que tenía en el monte.
A veces lo dejaba dormir pues su miseria me sobrecogía el alma, me quedaba viéndolo con tristeza y le regalaba pan o una porción de mi comida.
Al pobrecillo se le llenaban los ojos de lágrimas, me daba las gracias y empezaba a comer. Tragaba como desesperado, como un pobre animalito al que no le han dado de comer en mucho tiempo.Me contó que su familia era muy pobre, que tenían una casa de delgadas paredes en el monte y que era hijo único, que su padre trabajaba en el campo y que su madre estaba en cama hace mucho tiempo.
La historia de este pequeño me sobrecogió tanto que decidí hacerle una visita; una tarde al terminar las clases salí del pueblo y recorrí los estrechos y polvorientos caminos que llevaban hasta el monte.
El paisaje que se presentaba ante mí era desolador; la vegetación seca y casi muerta le daba al lugar un aspecto sombrío y parecía que cualquier signo de alegría era difícil de hallar en un sitio como ese.
La casa de la familia tenía un aspecto similar; la fachada descolorida y las paredes a punto de venirse abajo hacían temer que pronto el lugar se vendría abajo. Ahí podía apreciarse con total claridad la miseria humano.
El padre del muchacho estaba en los huesos y me arrebató de un manotazo la bolsa con comida que les llevaba de regalo. La madre, por otro lado tenía la misma expresión vacía que su hijo, hablaba a duras penas y el marido me dijo que era víctima de fuertes fiebres durante las noches.
Prometí ayudarles en todo lo que pudiera y desde ese día todas las tardes al salir de clases caminaba hasta el monte con una bolsa de comida para ayudar a la familia de Lucas.
Los pobres me agradecían entre sollozos y en sus rostros se dibujaba algo que pretendía ser una sonrisa.Pero llegó el crudo invierno y con este las lluvias y el frio.
Lucas no fue a clases durante una semana y el camino hacia el monte estaba muy maltrecho debido a las fuertes lluvias.
Yo estaba muy preocupado por la salud de el niño que vivía en el monte y la de toda su familia, miraba su puesto vacío y se me hacía un nudo en la garganta de solo pensar en lo mal que lo estaría pasando.Una tarde de junio la naturaleza se dejó sentir con fuerza; llovió con mucha fuerza y truenos y relámpagos sacudieron la región durante horas que parecieron eternas.
Miré con preocupación hacia el horizonte y negras nubes se cernían sobre el monte lo que hizo que mi angustia aumentara.Las noticias que llegaban no eran nada alentadoras; la gente hablaba de aluviones en las quebradas de las afueras del pueblo y el aislamiento del monte.
Juro que no pude estar tranquilo, no podía dejar que Lucas y su familia murieran.
Me puse mi gabardina y salí en medio de la tormenta decidido a llegar hasta el monte. El viento rugía con fuerza y la lluvia azotaba mi rostro sin piedad.
Caminé en medio de la más absoluta oscuridad por senderos llenos de barro y escombros que el agua había arrastrado.
A ratos los rayos iluminaban mi camino y a la vez me hacían temer el ser fulminado. A mi mente venían aquellas viejas historias donde el dios Zeus destruía a los desdichados mortales, y es que, en medio de los desastres naturales nos damos cuenta de lo insignificante que somos.Por fin logré llegar al monte y divisar la casa de Lucas. Agradecí al cielo por verla aún intacta. Llamé varias veces a la puerta y al no recibir contestación temí lo peor.
Entré y el lugar estaba apenas iluminado por una vela.
Pude ver el rostro inexpresivo de la madre de Lucas recostada sobre la cama, muerta de inanición.
El miedo se apoderó de mi al temer que a Lucas le hubiera sucedido lo mismo, pero cuán equivocado estaba.
-¿Lucas?-
El muchacho estaba de pie en el umbral de la puerta, esta vez no tenía ninguna expresión vacía, sus ojos eran los de un animal salvaje.
Y es que había pasado tantos días sin comer.Antes de que pudiera decirle algo sentí un dolor intenso en mi cabeza y luego me di cuenta que el padre de Lucas me había golpeado con un palo.
Me desmoroné sobre el húmedo y maloliente piso de aquella casa olvidada por dios y lo último que vi antes de perder el sentido fue a Lucas y a su padre peleando por devorarme.
El hambre los había enloquecido, o tal vez siempre fueron personas perturbadas, tal vez por eso vivían lejos del pueblo.
El niño emitió un gruñido antes de comenzar con aquel tétrico festín y yo, imposibilitado de moverme fui la primera de muchas víctimas de Lucas, el niño carnívoro, el niño que venía del monte.

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Torneo de escritores
Random*Se enfrentarán uno contra uno de acuerdo al sorteo* *Se dará un tema, concepto o palabras sobre lo que escribirán* *los contrincantes tendrán de 2 a 3 dias para terminar los relatos* *los demas integrantes del grupo votarán por el relato que mejor...