Estaba sentada en un banco del paseo marítimo, con mi cuaderno de dibujo encima de mis piernas y un lápiz en la mano. Es lo único que me bastaba para pasar una tarde maravillosa y olvidarme de todos mis problemas. El verano recién estaba empezando pero ya se notaba el ambiente de éste; la gente paseando con sus familias y mascotas, niños y no tan niños corriendo y jugando a cualquier cosa y parejas de la mano que, aunque seguro que estaban sudando, no pensaban soltarse.
Dibujaba a la gente, personas de todas las edades; cada uno con sus desperfectos tan perfectos y que hacía únicos a todos ellos. La mayoría se lo estaba pasando bien, iban sonriendo y disfrutando de un bonito día en la playa con la compañía de sus seres queridos.
Yo estaba sola pero me iba bien. Cuando me cansé de que los rayos de sol abrazaran mi piel revisé por última vez todo lo que había hecho antes de irme para casa pero mi móvil empezó a sonar y dejé la libreta en el banco otra vez.
― ¿Dónde te has metido? ―preguntó la voz de Stephanie al otro lado de la línea― Hay alguien aquí buscándote.
Si me conociera lo más mínimo sabría que siempre paso las tardes delante del mar. ―pensé.
― Ahora voy. ―respondí sin ningunas ganas de hablar con esa mujer.
Colgó.
Qué asco, casi podía oler su apestoso aliento a alcohol a través del teléfono.
No tenía ni idea de quién había venido y aún menos si era por mí. Sí que tenía algunos amigos pero no quedaba con ellos, sólo me relacionaba en horas de clase y a veces ni eso porque discutíamos dos de cada tres días. Paso a paso comencé mi camino hasta mi casa. O lo que me hacían creer que lo era.
Mientras iba avanzando por las bonitas calles de mi pueblo iba pensando, con la cabeza en las nubes y sin fijarme casi ni por dónde iba hasta que llegué a la puerta. Me dí cuenta de que no había cogido las llaves así que tuve que llamar al timbre para que saliera alguien a abrirme.
Después de un rato, el rostro de Stephanie apareció delante de mí y me sonrió, apartándose para que yo pudiera entrar. Entonces me fijé. En el salón, entre todo el desorden que siempre ha habido, un chico se encontraba sentado en el sofá, mirándome como si tuviera miedo de mí. Sabía quién era pero la cosa es, ¿qué hacía ahí?
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CAOS
Teen FictionA veces sólo te apetece ponerte a escribir, aunque no tengas ninguna historia interesante que contar ni nada para inventarte pero eso a mí no me pasa porqué siempre me han dicho que con mi vida puedo escribir un libro, y eso voy a intentar. Aunque...